Adrián Campos es un joven estudiante de Almassora con las miras puestas en estudiar el grado en Periodismo. Con solo 17 años ha escrito y publicado su primer libro, Un pequeño gigante, en el que cuenta su historia personal. El escritor tuvo una infancia dura marcada por el bullying (acoso escolar). Ahora, desde la perspectiva de quien ha plantado cara y ha superado las dificultades, se ha embarcado en la aventura de abrir sus sentimientos al gran público a través de su primer trabajo literario que, en menos de un mes a la venta, ya va por su segunda edición. Un éxito «totalmente inesperado».

«Quería escribir el libro desde octubre», asegura. En ese momento empezó a tomar apuntes sobre su vida, pero no fue hasta Navidad, --recibió un libro en blanco como regalo del amigo invisible--, cuando decidió ponerse en serio: «Lo escribí a mano, como una especie de diario, y cuando acabé lo pasé al ordenador», contaba el joven ante la mirada orgullosa de su madre.

UN APOYO CONSTANTE

A través de este libro, Adrián Campos quiere ayudar a los jóvenes como él. A los que están pasando o han pasado por situaciones de acoso escolar y a sus familias. Pero la labor social de este joven continúa. El autor también se dedica a dar charlas a estudiantes de su instituto, el IES Álvaro Falomir, a los que ayuda con sus experiencias personales.

El escritor considera que pedir ayuda es fundamental pero admite que «en ese momento crees que nadie puede ayudarte». Aun así, reconoce que su abuela fue el apoyo muy importante para él: «Los sábados por la noche teníamos largas charlas juntos», y añade que pasar tiempo con el grupo de scouts de su pueblo, una de sus grandes aficiones, «ha sido una parte fundamental para poder salir del hoyo».

El joven escritor asegura que en el pasado era un chico reprimido y vergonzoso. A parte se define como «gordito» y con «más pluma». «Eso me solían decir», explica entre risas ahora que ha descubierto que todas esas cosas de las que los demás se mofaban son sus fortalezas y su personalidad: «Me han formado como persona». De esto se dio cuenta después de un intercambio en Italia. «Cambiar de aires me permitió darme cuenta de muchas cosas. Vi por primera vez gente diferente a lo que solía ver, una gran variedad. Me ayudó mucho».

Actualmente, Adrián Campos considera que se encuentra muy bien: «Sobre todo me siento más alegre y risueño», dice con satisfacción. «Me gusta pensar en mí y en mi futuro. Además soy muy autocrítico y cada vez más respetuoso con todo lo que me rodea».

SIGNIFICADOS

Su personalidad arrolladora y sus sentimientos son aspectos que ha querido reflejar en su trabajo que emocionalmente, asegura, le costó hacer: «Es un tema duro». Además, cuenta que durante la época en la que lo escribió, tuvo que compaginar esta actividad con los estudios: «Me quitaba mucho tiempo para estudiar», aunque gracias a su espíritu de superación, consiguió sacar todos sus proyectos adelante.

A través de la portada del libro, en la que aparecen un perro y un elefante sentados en el mismo banco, el joven deja caer una metáfora que tiene dos significados muy íntimos. El primero es que «físicamente soy grande pero por dentro no soy tanto como aparento»; el segundo, en la línea de los grandes valores que tiene el joven escritor, la explica así: «Aunque una persona parezca superior o inferior, realmente todos estamos sentados en el mismo banco de la igualdad». Unas ideas que quiere dejar claras a través de su libro y sus charlas.