Juan Vicente Moros es una voz autorizada para diseccionar las causas y consecuencias de la crisis citrícola actual, que provoca que hoy los agricultores de toda la Comunitat vuelvan a salir a la calle, en València, convocados por la Plataforma per la Dignitat del Llaurador. Moros no solo es una de las caras visibles de esta asociación, sino también director de la cooperativa Sant Josep de Burriana y presidente del grupo Intercoop. En esta entrevista, advierte de que el problema de la competencia de terceros países no desaparecerá por arte de magia y seguirá allí cuando comience la próxima campaña, e insta a la clase política a tomar medidas urgentes.

--Hoy la Plataforma per la Dignitat del Llaurador convoca su cuarta manifestación en tan solo cuatro meses. ¿Por qué es importante salir a la calle?

--En un momento de crisis profunda como el actual, nos dimos cuenta de que era importante remover conciencias y hacer comprender a quien corresponda y a quien puede tomar decisiones que así no podemos seguir. Tenemos una problemática enorme: los agricultores no son capaces de sacar rentabilidad a sus tierras. También somos conscientes de que hay problemas coyunturales y que nos los debemos curar nosotros mismos, pero entendemos que el más grave es la creciente competencia de terceros países, que es insalvable si no se toman decisiones políticas.

--Algunos, como el secretario autonómico Francisco Rodríguez Mulero, no aplauden la protesta.

--Al secretario autonómico le diría que si me da una solución, no me movilizo más. Las manifestaciones son las que hacen que quien toma las decisiones no se duerma o quede en evidencia si no hace nada. Hemos provocado cambios, porque el ministro de Agricultura, Luis Planas, ha pasado de la inacción a promover una batería de 15 medidas entre las que se incluyen algunas de nuestras demandas, como la reciprocidad laboral y fitosanitaria con terceros países, o la vigilancia activa de los controles fitosanitarios a nivel europeo.

--¿Las protestas acaban en València o seguirán en Madrid o Bruselas en un futuro?

--Mientras no veamos que nuestras reivindicaciones no están encaminadas, no pararemos. Este movimiento ha venido para quedarse, pues ha sido la primera vez que logramos, en un siglo, que el agricultor valenciano se manifieste por su futuro. En el caso de Burriana, que conozco bien, hay que retrotraerse hasta el 1919 para encontrar una movilización similar. En aquel momento hubo un problema vinculado a la Primera Guerra Mundial que provocó que las naranjas no salieran de puerto y hubo una protesta muy contundente (también en Vila-real) bajo el lema Barcos, pan y trabajo. Ahora volvemos a hacer algo histórico, con un crecimiento exponencial en pocos meses, pues hemos pasado de aglutinar solo 14 municipios a más de 100 y a contar con el apoyo de UGT y CCOO.

--La manifestación llega cuando la Comunitat y España se encuentran en plena precampaña. ¿Qué pide a los partidos?

--Que se apunten, todos, a defender el sector citrícola. Que hagan propio el decálogo de la plataforma y que presionen al gobierno que salga de las urnas para que lo aplique sí o sí. Nuestro llamamiento no se dirige solo a los políticos sino también a la población. El gran éxito de este movimiento es que ha sido capaz de unir al sector y la sociedad civil. Como provincia, nos jugamos no solo la producción, también el patrimonio, el medio ambiente, la cultura, los jornales y el paisaje.

--Cuando estos días hablas con gente vinculada al sector, se percibe mucha resignación. Se arrancan campos y los precios son muy bajos. ¿Es el fin de una era?

--Si no hacemos nada, sí. Evidentemente necesitamos cambios, pero este sector tiene futuro. La gente de la Plana tenemos un diamante en bruto que no explotamos: la clemenules. Por ello desde la plataforma trabajamos en la creación de una figura de calidad de esta variedad autóctona. En este sentido, ya contactamos con el responsable del grupo de investigación Citricultura y Fruticultura de la Universitat Politècnica de València, el almazorense Manuel Agustí Fontfría, para que realizara un informe en el que concluyó que era posible demostrar con parámetros científicos la diferenciación de la clemenules. Queda mucho trabajo por hacer, pero es viable y hay que intentarlo porque puede ser la salvación de la citricultura de la Plana.

--¿Son Sudáfrica y los otros países productores del hemisferio sur el principal problema de la naranja castellonense?

--Hay voces del sector que afirman que no, pero estoy convencido de que sí. Hay que tener en cuenta que cuando en Castellón hay una buena campaña en cuanto a producción, ya tenemos dificultades para colocar el producto en los mercados europeos. Ahora, a ello hay que sumar la llegada de fruta de terceros países, lo que al final se convierte en ese pequeño empujón que te lanza al abismo. En la plataforma no somos antieuropeístas, todo lo contrario, pero pensamos que si las clementinas de Sudáfrica vienen sin tratamiento en frío --que es muy costoso económicamente-- y son producidas en unas condiciones sociolaborales muy inferiores a las de aquí, o pones aranceles o matas al agricultor autóctono.

--¿Necesita la citricultura de Castellón una reconversión varietal para encara el futuro?

--Diría que a nivel español sí sería bueno que se creara creara un observatorio que orientara al agricultor sobre las variedades más idóneas para plantar en cada momento. Pero creo que la Plana, más que reconvertirse, tiene que poner en valor la clemenules. Además, si tiene que producirse esa reconversión, hay que dotar de muchos más recursos al Institut Valencià d’Investigacions Agràries para que pueda investigar y desarrollar nuevas variedades. Sin apoyo de la ciencia, ningún sector tiene futuro.

--¿El modelo de minifundio tiene los días contados en el siglo XXI?

--Pongamos que un agricultor minifundista necesita, para que la clemenules sea rentable, cobrar cada kilo a 20 céntimos. Con los precios que se pagan en supermercado por la fruta, ¿esto es un precio muy alto? Yo creo que no. La crisis de este año evidencia que el minifundio no es el problema, porque a gente que tiene 300 hanegadas también se le han quedado las naranjas colgando. Es cierto que la ley de Estructuras Agrarias, recientemente aprobada por el Consell, incluye instrumentos interesantes en cuanto a la agrupación de tierras y la gestión en común (particularmente para las cooperativas), pero para hacer inversiones el agricultor necesita que la naranja sea rentable.

--¿Cómo encarar la próxima campaña tras el desastre de esta?

--La siguiente campaña es peligrosamente vital y llegaremos a octubre sin novedades y con los mismos problemas. El sector no aguantará otra campaña así, pues muchos no han abandonado a la espera de lo que ocurra a partir del próximo octubre. Reivindicamos las ayudas de minimis para todos los agricultores que han tenido pérdidas este año, pero pasan los días y no llegan.