Si en estos momentos más de 4.000 castellonenses están matriculados en algún curso superior de Formación Profesional (FP) y en torno a 13.000 jóvenes lo hacen en la Universitat Jaume I (UJI) el total de quienes cuentan con estudios superiores suman 122.500, lo que representa casi el 25% de la población de más de 16 años, según los datos que recoge la última Encuesta de Población Activa (EPA), realizada al cierre del primer trimestre de este año.

El indudable auge de la FP en todas sus variantes, especialmente las orientadas hacia oficios que recuperan vigor en el mercado laboral, como es el caso de la construcción, es uno de los elementos que impulsa el crecimiento de personas que va más allá de Secundaria o los cursos básicos de ciclos formativos en Castellón, donde 2.300 alumnos se enfrentan desde este martes a los exámenes de selectividad para ingresar en el estatus universitario.

crecimiento progresivo // Se trata de un aumento significativo que se constata con los números oficiales, ya que, el análisis de las estadísticas de los ejercicios precedentes desvela que en solo cuatro años, desde el 2014, el número de personas con estudios superiores ha crecido en 18.500 en la provincia de Castellón, al pasar de 104.000 a las mencionadas 122.500, según la EPA.

Desde la Confederación Empresarial Valenciana (CEV) destacan esta evolución al señalar que están totalmente convencidos de que «un modelo económico, competitivo, moderno y sostenible tiene la necesidad de contar con trabajadores y empresarios altamente cualificados». Por tanto, estiman que el hecho de «que cada vez haya más personas con estudios superiores es, sin duda, una buena noticia», dado que «la formación es un factor clave para impulsar la competitividad de las empresas» de la provincia.

Por otra parte, y en cuanto a la pregunta de si la oferta formativa actual encaja con las necesidades del tejido empresarial, la CEV apunta que hace falta «una mayor racionalización y simplificación de los procedimientos para la firma de los convenios de prácticas y formación dual; la estancia de los propios docentes en los centros de trabajo; el fomento de la comunicación entre empresas e IES y definir una herramienta sencilla que permita detectar y trasladar las necesidades reales de formación de las empresas a los responsables de las programación de los cursos».