Es habitual que en cualquier lugar del mundo, los seres humanos, hombres y mujeres, se reúnen desde siempre para hablar de sus cosas; de cualquier tema de actualidad. Últimamente, me ha sorprendido que al acercarme a un grupo de personas de mi mismo entorno ciudadano comprobar cómo alguien ha introducido el tema cultural entre los parlamentos, preguntas y respuestas, afirmando o negando si viene al caso. Mi vida ha estado cercana en algunas épocas al mundo del teatro o al aroma de los espectáculos musicales. Recuerdo ahora que cuando alguien dejaba caer sobre la mesa el sonido de la música y los nombres de los compositores clásicos, casi en orden alfabético iban apareciendo los nombres de los famosos. Así, Albéniz, Albinioni y Bach, Beethoven, claro, y Chopin o Manuel de Falla, tal vez Wagner o los Beatles. Y la fecha de 1637 en Venecia, donde se celebró, según la historia, el primer concierto lírico público en Europa.

Bueno, pues, ahora aparece entre el barullo de las conversaciones el nombre de un muchacho que aquí nació hace 36 años y que su origen familiar está en Daroca, en la panadería del pueblo, con su abuelo. Y el muchacho se llama Javier Elipe Gimeno.

Huracán

Algunos --tal vez muchos-- de mis lectores habituales saben de mis compromisos con el mundo de la música ligera rodeando a los nombres de Julio Iglesias o Raphael, Lola Flores o Peret, Carmen Sevilla, Rocío, Los Mustang o Los Sírex, en fin, los más populares en sus estilos respectivos.

Ahora, en mi edad adulta, paso muy a menudo en mis paseos matutinos por la plaza Fadrell, y cuando veo entrar o salir del Conservatorio a jóvenes --chicas y chicos-- que han nacido para ser músicos profesionales, me pregunto a mí mismo aquello de que «¿Y quién es él?». Y eso cuando los profesores del Conservatorio Superior, Ferrer Ferrán, Manuel Añón y César Cano, hicieron público que desde el año 2000 ya le vieron preparado para volar alto. Y no les sorprendió cuando en 2006 se fue a París para ampliar los estudios que en Castellón había iniciado, conquistado él por la música y el cine. Y en la reciente Bienal de Venecia lo vemos ya anunciado como autor de dos obras interpretadas por Les Percussions de Strasbourg, al gran nivel de este castellonense creador de una música nacida dentro de un huracán de fuegos cruzados y su magia.

La vida

Este epígrafe de la página aparece en forma de ficha técnica, como si el personaje la llevara siempre en el bolsillo. Javier Elipe Gimeno nació en Castellón el 5 de mayo de 1980, siendo sus padres Agustín Freddy Elipe Olmos y Palmira Gimeno Zafont. Hubo también una chica en la familia. Nació en junio de 1988 y se llama María. Ahora está en Alemania y estudió Ingeniería Topográfica en la Universitat Jaume I.

Tal vez habría que decir que esta historia comienza en la provincia de Zaragoza, en Daroca, ciudad medieval amurallada, situada en la aragonesa cuenca de Calatayud, que conserva parte de su recinto y muchas huellas de su primitiva creación desde el siglo XIII. La familia Elipe era allí muy popular por su oficio de panaderos. Después pasaron por Tortuera. Y por una serie de circunstancias familiares, el hijo mayor, Agustín Freddy, se trasladó a Castellón en 1952 y con él se cruzó la joven de Villahermosa del Río Palmira, también llegada a Castellón con su familia. Ambos habían coincidido desde muy jóvenes en uno de los vaivenes estudiantiles. Se casaron, y son los padres de Javier y de María. Los jóvenes estudiaron en el colegio de la Consolación y en el instituto Penyagolosa, terminando sus carreras en la UJI y el Conservatorio Provincial de Música.

El proyecto

Puede que en estos momentos Javier, que vive en París y comparte piso con dos biólogos españoles, esté inmerso en un proyecto de carácter mundial para los llamados jóvenes cineastas, en el Ircam - Centro Pompidou.

—Sé que estuviste unos años en Estonia, le insinué a modo de pregunta.

—«Sí, bueno, eso fue consecuencia de cuando realicé un máster de Musicología de dos años en la Universidad francesa, París VIII, precisamente con el compositor español José Manuel López y posteriormente con el argentino Martín Matalón en el conservatorio de Aubervilliers. En este periodo me inicié en las investigaciones sobre el teatro y el cine musical, así como en la composición con nuevas tecnologías. Todo nos sirvió de impulso para trasladarme a Tallin, de Estonia, donde ya realicé un Máster en Composición y donde se interpretó por primera vez una obra mía para orquesta».

Lo cierto es que en el año 2009 empezó a forzar la marcha, realizando estudios de Composición en el Conservatorio Superior de Música de Ginebra, donde permaneció nada menos que cuatro años, creando obras para la radio suiza. Igualmente realizó de forma paralela un doctorado en Musicología sobre el tema siguiente: Técnicas de Escritura Musical Contemporánea en cine experimental.

La explosión

Javier Elipe ha estado en los últimos tiempos en la relación entre cine y música, especialmente en el cine experimental. Eso le ha proporcionado varios encargos, destacando una Commande d’Etat 2015, por petición del Estado francés para crear un espectáculo cinematográfico. Y con ello, ha realizado un proyecto para la película Diable Ecoute de la cineasta Clio Simon, colaborando con el Ircam-Centre Pompidou.

Al hacer recuento de su bolsa de actividades, aparecen sus composiciones que se han ido interpretando en media Europa, participando en festivales como Ircam-Manifeste, de París, Archipel en Ginebra, Zemaine du Son, también en Ginebra, Estonian Music Days, en Estonia, Ensems, aquí en España, en Valencia, además de la ya reseñada y muy destacada Bienal de Venecia. Y la guinda es el concierto para seis percusiones y electrónica para acompañar una película Entr’act, del legendario René Clair.

Cierra por ahora el ciclo las becas que Javier ha venido recibiendo, de unos y de otros. Las tiene, y excelentes, como las del gobierno estonio, la Fundación Barbour, de Ginebra y, lo hermoso es que también de la Fundación Balaguer-Gonel, de Castellón, su ciudad que toda la familia sigue considerándola suya.