Morella es el principio y el fin en la vida de Ximo Puig, donde se reencuentra consigo mismo y donde le gusta llevar a los que quiere, cuenta mientras camina por las calles de una ciudad que, explica, se ha revitalizado con el proyecto autonómico. Es el lugar donde el cargo importa poco. Donde los amigos de los almuerzos le dicen lo que se dicen los amigos. «Eso de fichar a Carolina Punset no tiene ni pies ni cabeza», le emboca un socialista de bigote generoso ante la cerveza del mediodía. Él defiende que hay que elevar la mirada y no cerrarse en el partido y lo propio.

--La estructura de altos cargos del nuevo Consell (138) es pareja a la que tuvo el PP en sus grandes momentos. ¿Cómo la defiende?

--Hay que tener la estructura adecuada al momento político. La gestión de la Generalitat está por encima de los 20.000 millones de euros y somos 5 millones de habitantes. Si no hay gestores adecuados, se pierde más. Hablamos de entre 7 y 8 millones de euros, que en un total de 20.000 no tiene ninguna incidencia.

--¿El tránsito al ‘Botànic II’ ha sido más dificultoso de lo que esperaba desde el día del adelanto electoral?

--Estos procesos son complicados. Hemos cumplido los plazos, no ha habido investidura fallida y hay un gobierno. Todas las discusiones deben servir para fortalecer más el gobierno estos próximos años.

--¿Se planteó gobernar en solitario en algún momento?

--No. El gran objetivo es la estabilidad política, porque a través de ella puedes conseguir los fines propuestos. Lo contrario es debilidad. Habrá posiciones diferentes, pero se va a reforzar la estabilidad con respecto al periodo anterior, cuando había que pactar los presupuestos y grandes leyes.

--¿No teme la radicalidad de Podemos en el Gobierno?

--El Gobierno ha de atender a la realidad de la C. Valenciana expresada en las urnas, que es una posición de centro izquierda. El Gobierno es único para todos. Los partidos no pueden apropiarse de las instituciones, son sagradas.

--¿Desde esa perspectiva de Gobierno único le ha molestado que los altos cargos de Compromís se reúnan por su cuenta?

---Será, supongo, una toma de contacto, pero la dinámica de gobierno no puede ser partidista. No lo fue en el pasado ni puede serlo ahora. Lo voy a preservar.

--¿Diría que el ‘Botànic II’ también está a prueba de bombas?

--Las circunstancias del futuro no las conocemos, pero la voluntad es que el gobierno sea más estable que el anterior.

--¿Queda algo del Ximo Puig alcalde?

--Sin ojos de proximidad es muy difícil entender la política. He conocido grandes políticos a los que no le gustaba la gente, y si eso pasa, no puedes ser un gran político.

--Háblenos de Mónica Oltra. ¿Es difícil gestionar la victoria ante el derrotado cuando necesitas a ese derrotado?

--Oltra no ha sido derrotada.

--En las elecciones autonómicas ha sido la cuarta fuerza política.

--Normalmente tus aspiraciones son superiores a los resultados. Compromís ha sacado un muy buen resultado autonómico y hemos planteado un gobierno desde el respeto e intentando consolidar una alianza de progreso.

--¿La relación con Oltra es igual que hace cuatro años?

--Nos conocemos más.

--¿Eso es bueno o malo?

--La maduración de las relaciones es positiva. La respeto profundamente y considero que nuestro papel va mucho más allá de nuestra relación.

--¿Continúa pensando que la presidencia de la Generalitat debería limitarse a 8 años?

--Desde luego no debería exceder de los 12 años [ríe].

--¿Ve a José Luis Ábalos de presidente de la Generalitat ?

--Por supuesto podría, pero no he hablado nunca con él de esta cuestión. Lo veo muy bien ahora de ministro de Fomento y espero que continúe en el cargo.

--¿Cómo se imagina al Puig jubilado?

--No me lo imagino. Está bien jubilarse, pero yo no me veo. Tengo mucha ilusión y ganas de hacer cosas en la política y fuera de ella. Igual cambia la situación con el paso del tiempo.

--«Entre una buena atención sanitaria y exigir el título de valenciano hay que garantizar la salud del ciudadano». ¿Le parece acertada la frase [titular de una entrevista a Gabriela Bravo en ‘Las Provincias’]?

--Es un titular. Como todos, no explica totalmente la situación. Hay dos idiomas oficiales y los ciudadanos tienen derecho a ser atendidos en las dos lenguas. Eso no significa que para todas las funciones del personal de la Administración deba ser exigible el mismo nivel de valenciano. No creo que sea dicotómico.

--¿El requisito lingüístico no debe ser uniforme, entonces?

--Claro. Requisito, sí, pero no uniforme. No hay que hacer de la lengua un conflicto, sin hostilidad al valenciano y sin visiones sectarias que se observan a veces, en las que parece que se quiera fronterizar. Eso no es la Comunitat Valenciana.

--¿Continúa pensando que los 55 millones son suficientes para À Punt?

--Suficientes nunca serán para ningún departamento. Es importante que haya una industria audiovisual y unos medios de comunicación públicos, pero hay que priorizar y saber que los recursos son muy limitados. Si se pone más dinero en un sitio se quita de otro.

--¿Tiene asumido que van a ser imposibles acuerdos de amplio alcance con la derecha?

--Ahí sí que no hay relato alternativo: es solo antibotánico, con una dosis de desprecio excesiva. La crispación que se quiere generar en las Corts no tiene nada que ver con la situación en la calle. El frentismo no está en la sociedad. Voy a hacer todo lo posible por la alianza con la sociedad real.

--La patronal pedía que la economía no estuviera en manos de Podemos y tampoco del conseller Climent.

--Formalmente nunca me ha hecho esa petición. Ha habido una actitud de absoluta lealtad. Ella ha de defender sus intereses y nosotros, el de ellos y el general.

--Con usted han dicho por escrito que están contentos.

--Creo que el sistema de mercado es el que más ha hecho avanzar la humanidad. No el capitalismo salvaje ni el neoliberalismo, sino el modelo social europeo. Los empresarios ya no piensan en términos del amo. El compromiso social es cada vez mayor. Ha habido un cambio en la burguesía valenciana: ha surgido esa burguesía ilustrada que anhelábamos en el pasado.

--¿Va a bajar los impuestos? ¿Y es eso de izquierdas?

--Los bajamos en la anterior legislatura a 1,5 millones de valencianos. España necesita una reforma fiscal en profundidad, debería estar junto a la de la financiación, con una agencia tributaria federal. Hay impuestos que tenemos que replantearnos para hacer frente a paraísos fiscales, como Madrid. Me preocupa mucho que se esté agrandando más de lo lógico la centralización del poder económico. El centralismo político genera centralismo económico.

--¿Qué pasará si no conseguimos los valencianos una mejor financiación al término de esta legislatura?

--Es inaplazable. El cambio en el trato a la Comunitat Valenciana ha de ser sí o sí. Otra cosa es el modelo, aspiramos a uno nuevo. Ha de haber mayoría en el Parlamento y todos los partidos han de abordar esta cuestión con urgencia total. Yo no quiero victimismo, quiero reglas claras y corresponsabilidad. El gasto no es ilimitado, porque el dinero sale de los ciudadanos y las empresas.

--Habla de los partidos, ¿pero el compromiso del Gobierno de Sánchez con una nueva financiación lo considera suficiente?

--Es suficiente su palabra, pero espero que haya gobierno pronto y que figure en los primeros puntos de la agenda.

--¿La tasa turística la van a aplicar o no?

--No se puede ser fundamentalista. No es la solución, pero no quiere decir que no se pueda hablar. El turismo significa más del 14 % del empleo y hay que valorar bien las consecuencias. Puede ser una cuestión abordable en el futuro, pero entendiendo que no hay un producto único. El turismo es tan importante que no podemos tomar decisiones precipitadas ni poco acordadas.