Las zonas de esparcimiento de perros que el Ayuntamiento de Castellón está habilitando en la ciudad, así como las que ha heredado, están teniendo un recibimiento desigual entre los vecinos, ya que pese a las voces a favor de estos espacios, sobre todo de los dueños de mascotas, las molestias de todo tipo que según muchos vecinos provocan hacen que el equipo de gobierno haya recibido ya varias reclamaciones para variar su política en este apartado.

Una de las zonas que más controversia ha creado es la que se ha situado en una parcela entre las calles Río Llobregat y Río Volga, en el PAU Sensal. Y es que, según fuentes vecinales, este espacio inaugurado hace pocas semanas no está en el lugar adecuado, ya que se sitúa cerca del colegio Isidoro Andrés y de varias viviendas.

De hecho, el equipo de gobierno recibió una reclamación dirigida a la alcaldesa, Amparo Marco, que defendía que esta zona no cumplía con los usos establecidos para dicho terreno en el Plan General de Ordenación Urbana (PGOU). Desde la Concejalía de Sostenibilidad Ambiental, la edila Sara Usó respondió señalando que según el criterio del técnico municipal sí cumplía el PGOU y que su habilitación correspondía a “demandas vecinales”.

No es la única zona de esparcimiento canino puesta en cuestión, ya que desde la asociación de vecinos de Gran Vía han denunciado en el consistorio las molestias que genera la que está en dicha zona, habilitada hace dos años. Sus quejas son “fuertes olores, ruidos a primera hora de la mañana, peleas de animales y gritos de los dueños”. Asimismo, cuestionan su emplazamiento, “en pleno casco urbano”, rodeado de viviendas y locales.

También desde los alrededores del pipicán del Parc de Ferro, los vecinos se han puesto en contacto con Mediterráneo para denunciar la existencia de numerosos excrementos en la calle.

Hay que recordar que desde el bipartito se busca variar la política que hasta este momento se llevaba a cabo para “evitar malos olores y molestias”, dijo Usó. H