En el aire y a expensas de una decisión del comité nacional de pactos de Ciudadanos. Así estaban a la hora del cierre de esta edición los acuerdos en Benicàssim y Orpesa, que ayer unieron, repentinamente, sus destinos de gobernabilidad. La sorpresa saltó a principios de la noche, cuando naranjas --que tienen la llave en ambos ayuntamientos-- y socialistas llegaron a un acuerdo vinculante, que afecta a las dos ciudades, y tiene como punto principal compartir la alcaldía dos años.

En Benicàssim, todo parecía encaminado a un pacto entre PP y Ciudadanos, pero las férreas condiciones de la candidata popular y actual alcaldesa, Susana Marqués, que exigía revalidar la vara de mando en solitario y ofrecía a la baja con la primera tenencia de alcaldía a Cs, cuando ellos pretendían dividirla. Por ello, la líder de la formación naranja, Cristina Fernández, llamó a la puerta del PSPV para llegar al ejecutivo, sin olvidar que necesitaba el apoyo de un tercero, Compromís, para la mayoría absoluta.

No obstante, una consigna desde la ejecutiva autonómica de Cs, con Toni Cantó al poder, obligó a Fernández a paralizar esas negociaciones alternativas y retomar una alianza natural con el PP.

Mientras, su homóloga en Orpesa, Araceli de Moya, pedía en las negociaciones, tanto al PSPV como al PP, ocupar la alcaldía en solitario durante la próxima legislatura y, además, a este último partido, exigía la retirada política de su cabeza de lista y actual primer edil, Rafael Albert.

Así, a media tarde de ayer, se vislumbraba un escenario cada vez más claro: pacto PSPV-Ciudadanos en Orpesa, con la alcaldía compartida; y, por imposición de Cantó, acuerdo PP-Ciudadanos en Benicàssim, que solo daba luz verde a aliarse con los socialistas en el primer municipio.

No obstante, el órdago socialista hacia Cs no tardaría en entrar en escena: si no hay acuerdo en Benicàssim, con vara de mando de por medio, tampoco lo hay en Orpesa. Ante ese aviso, la ejecutiva provincial socialista y el líder autonómico de Cs redactaron un documento conjunto en el que pedían al comité nacional naranja una autorización para permitir estas intenciones en las poblaciones costeras y compartir las alcaldías --dos años para cada uno--.

Mientras que las altas esferas corrían para ultimar una solución in extremis, las alcaldables de PP y Cs en Benicàssim se reunieron por la tarde y hasta bien entrada la noche para rescatar su trato, hasta el punto de que Fernández tenía apalabradas las concejalías de Turismo, Cultura y Policía. De hecho, el propio candidato del PSPV benicense, Miguel Alcalde, ya daba por cerrado el pacto PP-Cs por la tarde.

Si el comité de pactos nacional de Cs no aprueba el doble entendimiento, la situación quedaría así: acuerdo PP-Ciudadanos en Benicàssim, con Marqués como única alcaldesa; y gobierno en minoría del PSPV en Orpesa --como fuerza más votada el 26-M--, con María Jiménez como primera edila y apartando a Albert, necesitando apoyo puntual de Cs.