El bar restaurante de la ermita de Vinaròs cerró ayer al público y canceló, por tanto, todos los espectáculos previstos hasta el 17 de septiembre, fecha que, en principio, se había señalado como el último día de Alfredo Barberá al frente del servicio como ermitaño, tras haber recibido una orden de desalojo inmediato por parte del propio Ayuntamiento.

Barberá, quien se despidió ayer, en compañía de familiares, sin poder contener las lágrimas en la propia ermita, tras 13 años, explicó que no va a optar a la adjudicación del servicio tanto por el trato recibido por parte del equipo de gobierno, como por las nuevas condiciones, que suponen un gasto mensual fijo, sumando obligaciones y gastos contractuales, de 4.000 euros.

Barberá insistió en que lo único que solicitó en su momento al consistorio es que se realizara un concurso de adjudicación “con unas condiciones dignas para que cualquiera pudiera presentarse”.

El alcalde, Enric Pla, ha aclarado que lo enviado al ermitaño “es la comunicación que hace el consistorio con las empresas que tienen servicios o contratos con el Ayuntamiento, cuando finaliza el plazo del servicio, se les dice qué días tienen para dejar libre las instalaciones, así se hace con cualquier contrato”. H