El estudio de viabilidad realizado para las dos ubicaciones propuestas de la nueva piscina de Vinaròs --los terrenos de la avenida Leopoldo Querol o la ciudad deportiva-- deduce que la instalación generaría pérdidas para el Ayuntamiento. En el caso de situarla en el casco urbano calculan que, para que sea atractiva para un concesionario (que deberá invertir en el mobiliario y espera obtener una rentabilidad del 6 ó 7%), el consistorio tendría que aportar 100.000 euros anuales, mientras que en el otro lugar la cifra ascendería a 180.000 euros.

El edil de Urbanismo, Jan Valls, dio a conocer ayer esta información y añadió que la Conselleria de Deportes ha solicitado al equipo de gobierno que defienda la necesidad de una infraestructura de este tipo teniendo ya una en la localidad y su justificación social. Un informe que es preceptivo para que el Consell dé finalmente el visto bueno a este proyecto aún pendiente del plan Confianza en la capital del Baix Maestrat.

La semana pasada hubo una reunión en el consistorio en la que participaron todos los grupos políticos, entidades deportivas, oenegés y asociaciones para informar de la situación actual del plan. En esta asamblea, según explicó Valls, se reclamó a los asistentes «que realicen una reflexión crítica sobre la actual piscina y si consideran que está obsoleta y hay una falta de servicios». Todo para tratar de dar salida al enquistado proyecto.