Ni los bolets boletsescapan a los efectos del cambio climático. Hace tiempo que el calentamiento global representa una amenaza conjunta para todo el planeta, pero desde los últimos años esta crisis medioambiental también ha llegado a alterar a la producción micológica en el interior de la provincia. Tanto es así que expertos y aficionados coinciden en que la irregularidad de las lluvias y la expansión del calor en los meses de otoño provocan que la campaña de recolección de setas sea cada vez más corta.

Si bien es difícil poder cuantificar el grado de afectación que supone este fenómeno en la floración de hongos y prefiere «huir del alarmismo», el presidente de la Asociación Micológica de Castellón (Asmicas), Cándido Sos, reconoce que «sí hay incidencia» y remarca que el vaivén meteorológico causa una concentración en el tiempo de aparición de estos frutos. «No creo que en la provincia haya menos setas que hace ocho años, pero sí es cierto que los periodos de sequía y las lluvias torrenciales están acortando la temporada, puesto que la producción depende muchísimo de las precipitaciones. Necesitan que sean de carácter constante», comenta Sos.

El máximo responsable del colectivo apunta que en España una de las regiones que más está notando las consecuencias que pueden derivarse del cambio climático es la zona de los Montes Universales (cadena montañosa que abarca Teruel, Cuenca y Guadalajara) y subraya que en Castellón, ante la presencia de temperaturas altas en épocas del año en las que antaño solían ser inusuales, como octubre, se constata un repunte de las especies termófilas, como el boletus, que son capaces de aguantar mejor el calor.

A pesar de que el seco inicio de año no prometía una temporada demasiado halagüeña, las lluvias caídas en septiembre permitieron salvar en cierta forma la recolección, que en puntos claves como Mosqueruela (Teruel) o en el Penyagolosa llegó a adelantarse «unas dos o tres semanas».

Prolongación del calor a otoño

Aun así, la prolongación del verano es el gran aspecto en el que hace hincapié la comunidad boletaire como efecto directo del problema medioambiental global. «Como cada vez hace calor más tarde, el tiempo no facilita una floración normal, por lo que la temporada es mucho más breve», comenta Sonia Traver, aficionada y presidenta de la zona 1 de los cotos micológicos de Morella.

Como consecuencia de esas continuadas temperaturas elevadas, esta recolectora, que suele buscar en el pinar de Torremiró, reivindica que los hongos necesitan una «humedad constante» para crecer en condiciones normales, de modo que la irregularidad de las precipitaciones y el terreno de mayor aridez no facilitan la producción micológica. «Ahora los aficionados ya no tenemos esa seguridad que teníamos en comparación a otros años de cuándo van a aparecer o cuánto durará la temporada», indica.

En la misma línea opina Joel Pascual, concejal de Desarrollo Rural en Morella, quien señala que la falta de una temperatura apropiada para su aparición (alta, pero no en exceso) y la inestabilidad en las lluvias son factores que, por ejemplo, provocan que en zonas concurridas para los aficionados como son los montes públicos de Carrascal o Pereroles no hayan aflorado tantos bolets como otros años. «Si después de que aparezcan hace mucho calor o hay lluvias muy intensas, difícilmente podrá asentarse la producción», argumenta.