La gran familia fallera de toda la Comunitat celebró ayer en Benicarló el primer gran acto de hermandad, tras la declaración de las Fallas como Patrimonio Inmaterial de la Humanidad. Lo hizo con una reunión de trabajo de las juntas locales de las tres provincias, en la que se dibujó el itinerario a seguir en los próximos meses. «El otorgamiento de la Unesco no es el fin de un camino, al contrario, ahora empieza otro más bonito y apasionante y hemos de andarlo todos juntos», afirmó la vicepresidenta de la Junta Central Fallera, Mercedes de la Guía, quien presidió el encuentro, en el auditorio Pedro Mercader, junto a la alcaldesa de Benicarló, Xaro Miralles; el presidente de la junta anfitriona, Fede Guimerá; el concejal de Fiestas, Ilde Añó; y, en representación de Junta Central de Valencia, el delegado Ferrán Martínez y el secretario, Manolo Jorge.

Ante una platea repleta de público, Guimerá abrió el turno de palabra para mostrar su satisfacción por el título otorgado a la fiesta y agradecer la implicación de la gente que la hace posible. En Benicarló, en concreto, «son más de 4.000 personas», recordó Ilde Añó, mientras Mercedes de la Guía hizo hincapié en el impacto económico: «Hace ocho años se hizo un estudio y, solo en la ciudad de Valencia y en la semana central, las fallas movían un total de 700 millones de euros, si esa cifra se actualiza y se aplica a todo el año y a toda la Comunitat, veremos que el resultado son miles de millones».

Miralles aprovechó su intervención para recordar que las de Benicarló son las fallas más al norte y de las pocas que se plantan en la provincia, «con 44 años de historia y 13 comisiones, es una fiesta consolidada». Asimismo, avanzó que el plan estratégico de turismo, que está elaborando el consistorio, busca «poner en valor las fallas y convertirlas en un producto» para atraer visitas.