La Vall d’Uixó se está reencontrando con su historia. Esta ciudad siempre ha sido muy consciente y se ha sentido muy orgullosa de su pasado, pero desde hace un tiempo parece que una parte de su legado, de su patrimonio más popular, empieza a salir a la luz tras mucho tiempo oculto. Y lo hace a través de los detalles más pequeños, en los gestos sencillos, como limpiar lo que hasta ahora estaba sucio.

Eso ha sido lo que sucedido con la Font de Julià, considerada hasta el momento la más antigua de cuantas se distribuyen a lo largo y ancho del casco urbano. El Ayuntamiento ha encargado a las restauradoras Anna Viciach y Mª Carmen Talamantes que actúen sobre siete surtidores históricos, datados en el siglo XIX, dando prioridad al de la Mercé (un trabajo concluido), y al anteriormente citado, de manera que presenten, en la medida de lo posible, su estado original.

Como explica la arqueóloga municipal, Mª Luisa Rovira, no han hallado nada que no supieran «que existía». Sin embargo, sí que ha llamado mucho su atención el detalle de un elemento que por lo envejecido, oxidado y mal mantenido de su aspecto, permanecía totalmente oculto.

Cuenta Rovira que en la época se había extendido la costumbre de construir fuentes que relataran sucesos históricos. Al iniciar la recuperación profesional de la de Julià, encontraron tallada sobre la placa de hierro frontal una escena bélica en la que Sant Jaume de Clavijo (popularmente conocido como Santiago Matamoros), sometía a unos árabes.

Lo que solo se intuía, ahora está lleno de precisión: unas montañas como paisaje de fondo, detalles como la típica concha de Santiago o la cruz que adornan su capa y el estandarte, incluso el vestuario de todos los personajes o el caballo que monta el santo. Secretos ocultos que ya son claros como el agua que mana del manantial. Puede que el hecho histórico en sí no tenga una gran trascendencia local, pero el abandono dejará de ser una razón para que pase desapercibido.