El mundo fallero de Burriana ofrendó ayer a la patrona, la Mare de Déu de la Misericòrdia. Se calcula que más de 1.000 personas participaron de este acto, uno de los más importantes de las celebraciones josefinas. Alrededor de las 10.30 horas partió la primera de las fallas desde el colegio Salesianos, en la avenida paseo San Juan Bosco, donde previmente tuvo lugar un homenaje con motivo de la festividad de San José. Aproximadamente media hora más tarde llegaron los primeros falleros a la plaza Mayor, donde se encontraba el tapiz elaborado con papel de seda multicolor, creación del artista Juan Dualde y que hacía referencia a los 75 años de Junta Local Fallera, pero con la imagen de la Misericòrdia como figura principal.

Una a una fueron pasando las comisiones y depositando las falleras los ramos de flores, canastillas o, los falleros, las picas. Un par de horas más tarde hizo su aparición en la plaza Mayor la comitiva final encabezada por el estandarte de Junta Local Fallera. Detrás, una amplia representación de las máximas representes de las fiestas josefinas de Burriana, entre ellas, las que este año cumplían sus bodas de plata desde que ostentaron este cargo, algunas de las cuales no pudieron evitar enternecerse en el momento de acercarse al colorido tapiz para depositar el ramo.

Y, finalmente accedieron las reinas falleras de 2018. Visiblemente emocionadas depositaron las flores a los pies del tapiz. La infantil, Ana Giménez, no pudo contener las lágrimas y fue consonada por su homóloga mayor, Judit Pesudo, y compañera de andanzas en estas celebraciones.

El himno regional interpretado por la Filharmònica Borrianenca cerró el acto y una mañana de risas y lágrimas y muy seguida a lo largo de todo el recorrido por numerosos vecinos y visitantes, que no se perdieron detalle. A continuación, se desplazaron a la plaza de l’Hereu, donde se disparó la última mascletà de las fallas de Burriana de este 2018.