Al grito de Qui no vullga pols, no vaja a l’era, Sant Roro --encarnado un año más por Leandre Escamilla-- dio el pistoletazo a la Nit Màgica, la del 30º aniversario, que arrancó desde la calle Gobernador con un homenaje a quienes durante tres décadas han bailado al ritmo de los endemoniados monjes de Xarxa Teatre, con la adrenalina a tope desde el minuto uno en una montaña rusa de sensaciones. Como tributo a los entregados participantes en este singular correfoc que año tras año lo han convertido en un referente de la Magdalena, se desplegó una lona de 3x9 metros, en la que se podía leer Gràcies Castelló. Y a partir de ahí, un cóctel de pólvora, música y dimonis emprendió el camino hacia la avenida del Rey, donde se produjo un susto al prender una palmera que los bomberos controlaron rápidamente, con un espectáculo en el que se quiso recuperar el espíritu de las primeras ediciones, rescatando los efectos pirotécnicos en las farolas de la avenida del Rey y alargando el final entre el éxtasis de los participantes.

La Nit Màgica de Xarxa desplegó todo su potencial, recordando la esencia de la Magdalena de 1989, cuando Sant Roro salió por primera vez del balcón del ayuntamiento y se presentó ante un público de la plaza Major. 30 años después, más de 20.000 personas bailaron bajo el mismo cielo de chispas. Esta vez, con más figurantes (más de 150), entre dimonis (unos 50) y colaboradores de varias entidades: la Colla de Dolçainers i Tabaleters de Castelló, las collas El Cepet y el Rei Barbut o la Fundació Moros d’Alqueria. La pirotecnia corrió a cargo de Peñarroja.

Entre el miedo a salir socarrat y las ganas de disfrutar desafiando al fuego, Xarxa Teatre llevó a miles de personas delante de la estatua de Jaume I, donde se llegó al clímax. Un cóctel de pólvora, fuego, música y adrenalina para celebrar 30 años de la Nit.

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