Hermanos: imaginad que la formación del gobierno de la nación (me refiero a España) pudiera llevarse a cabo como en ese juego típico de estas fechas prenavideñas de cenas y comidas de empresa en las que jefes y empleados se hacen regalos anónimos. Ese juego que se llama el amigo invisible.

Ya sabréis como funciona: de forma aleatoria te toca hacer un regalo a alguien que tanto puede ser tu amigo, como tu enemigo o probablemente no conozcas, como me ha pasado a mi este año. Eso sí un regalo con un límite de precio, para que nadie se pase o se quede corto.

Supuestamente con este sistema se refuerzan los lazos de amistad o compañerismo y, como somos unos bocazas, no podemos evitar preguntar al sujeto que nos ha tocado en suerte, si le ha gustado el regalo, bien con directas o con indirectas.

Imaginaos que para la formación de gobierno se tuviera que hacer no un solo regalo, sino tres (hay que tener en cuenta que la aritmética parlamentaria no da para que el juego sea entre dos). Cada partido les haría un regalo a otros dos, proponiéndolos como compañeros de gobierno, y después el que más diputados contara tendría que ser obligatoriamente el que formara gobierno de coalición.

Nadie sabría quién ha sido el que ha hecho la propuesta. Pero por lo menos tendríamos gobierno. El amigo invisible podría ser tanto el PP como ERC u otro cualquiera. Pero nadie podría echarle la culpa a nadie de haberse vendido a la derecha o al independentismo.

Y el Rey, en su función de moderador, podría ser el que velara para evitar las trampas.

*Urbanista