El fin de semana con Castellfort, Les Coves, Olocau, la Vilavella y Vilafamés comenzaron a arder las hogueras de Sant Antoni y, con ello, todo el desarrollo que la fiesta conlleva. A partir de ahora y hasta el día 25 de febrero un camino ígnico surcará cálidamente la provincia.

Una celebración que vio decaer su popularidad en la década de los sesenta, pero que, con un ligero cambio de calendario, recobró su pasado e incrementó su interés actual con más de sesenta poblaciones de la provincia que festejan al santo, mayoritariamente del 17 al 20 de este mes (epicentro festivo), cerrando el ciclo la Todolella.

Pero si bien los actos giran alrededor del fuego, no solo es este el protagonista desde el siglo XIV, sino que en la celebración se encuentran fenómenos festivos variados y hasta exóticos: el papel de las caballerías, la música popular, la gastronomía, las competiciones (el tropell de Vilanova, curses per la joia), la aparición de personajes medievales y anteriores, simulacros agrícolas que tienen en su raíz la fertilidad, representaciones teatrales (la Vida del sant), l’Ajustada (ajuste de los peones con el amo), el Alto de Vilafranca, la lucha de los carabineros con las autoridades (caso de Morella), presencia de diablos y un sinfín de actos que hacen las delicias de los espectadores. Y todo bajo la mirada atenta y complacida de Sant Antoni, alma de la vida monástica en el Oriente.

*Profesor