En el privilegio de traslado de Jaime I fechado en 1251 se habla, textualmente, de Castulonis de Burriana. Ello es bien significativo y puede justificar la argumentada presunción de capitalidad, de la que los burrianenses han hecho gala hasta nuestros días. Es más, en varios pergaminos, se patentiza este testimonio de modo palpable. El profesor García Edo, en su excelente estudio Aproximació a l’evolució histórica del topònim Castelló de la Plana, aduce una gran cantidad de ejemplos al respecto. Vamos a citar tres. Dos de ellos son anteriores al citado documento de mudanza: Uno de 1242 reseña que el rey otorga a J. Corça un campo con un corral, en la alquería de Benicatol, ubicada en el término de Castilionis campi Burriana; otro, de 1247, hace referencia a la venta al monarca aragonés de una finca a la vera del Caminàs (que aparece referido) en Castillione de Burriana. Un manuscrito posterior, de 1339, en el que se enumeran otras localidades, la hoy capital de la provincia aparece citada: “Inter quas villas es villa Castillionis planicie Burriane”.

Así pues, Burriana, en el dilatado periodo secular del gobierno musulmán sobre la península, debió tener una considerable jerarquía urbana y administrativa, como lo demuestra el hecho de que se hiciera cargo de organizar los impuestos sobre el volumen de las cosechas o cabezas de ganado, que cobraban los recaudadores ubicados en la medina.

También Onda debió ser un núcleo de gobierno importante, como se deduce de la documentación de la época y, más singularmente, de los restos arqueológicos conservados en el museo local sito en el imponente castillo, llamado por el cronista Muntaner, de las 300 torres. H