Que Pedro Sánchez haya convocado elecciones generales en abril, cuando hay elecciones autonómicas y locales en mayo, es un disparate. Doble convocatoria, doble gasto.

No obstante, esta decisión no es nueva. En la película Contact, una de mis favoritas, ya se produce un diálogo maravilloso en el que se afirma que la política de la administración es gastar. Y gastar el doble para hacer lo mismo dos veces, es natural.

El patio anda muy revuelto. La entrada de Vox en casi todas las grandes ciudades españolas se da por hecha. Casi tanto como la caída en picado de Podemos y sus confluencias. Llegan nuevos tiempos a la política española, y vamos a tener que acostumbrarnos. Nos guste o no.

A nivel local y autonómico, se dice, se rumorea, se comenta, que el gobierno del Botánico está de los nervios. Parece que hay encuestas que auguran el regreso de la derecha al poder.

En Castellón, el nerviosismo es especialmente evidente. Puede pasar cualquier cosa, y muchos concejales ven peligrar su nómina.

En otras poblaciones como Vila-real, se respira más tranquilidad. Su situación es menos volátil, o al menos lo parece.

Qué pasará en Nules, Burriana, Benicarló, Vinaròs... ¿Entrará Vox en los consistorios? ¿Arrasará Ciudadanos? ¿Se mantendrá el PSOE? ¿Se recuperará el PP?

Si algo práctico traerán las elecciones generales de abril es que disiparán ya muchas de estas dudas. Serán un termómetro con el que testar la temperatura de cada bendita localidad de esta provincia.

*Escritor