Recordar, cuando eras joven y te lo pasabas fenomenal, tus colegas, tu música, tu fiesta. Épocas de estudiante, de universidad, risas, movidas. Todo te salía bien o eso queda en tu cerebro, te comías el mundo, el vitalismo era tu bandera, la vida te sonreía, el futuro era infinito. Han pasado 20, 30, 40 años de aquello, seguramente te ha ido bien o no te puedes quejar mucho o quizás tu vida no ha tenido nada que ver con lo que imaginabas. Es lo que hay y mejor conformarse con lo que tienes, aprovecharlo y ser feliz, que quejarse inútilmente.

En todo caso, hay que recordar los buenos tiempos, aunque tal vez realmente no lo fueran tanto. Así que las fiestas remember se han puesto de moda, con nombre de discotecas míticas, décadas concretas, grupos diversos o compañeros de promoción. El caso es reencontrarse con aquellos con los que compartistes francachelas recordar, bailar, beber y reír. La realidad es que algunos no están, a otros se les ve muy mayores, más calvos o más gordos aunque el “estás igual”, en general mentira piadosa, es la expresión más utilizada. Para bailar no tienes la agilidad de la que hacías gala y sobre beber si pasas de dos copas te machaca la cabeza. Tu pareja actual, salvo que coincidiera contigo entonces, se puede morir de aburrimiento. Al día siguiente estas hecho polvo y si lo meditas y te acuerdas, arrepentido de la mitad de las cosas que dijiste o hiciste. Pero los recuerdos siguen siendo buenos, mereció la pena y la fiesta fue divertidísima. ¿Cuándo hacemos otra? Me apunto. H