La genialidad vive en Nules, tiene 13 años y toca la batería. Muchos son los que a lo largo de su vida buscan ese algo especial, ese talento que nace en algún lugar del cerebro --hay quien preferirá pensar que pertenece al alma o al corazón--, esa esencia vital que no se puede medir ni comprar ni forzar, que no tiene una explicación racional, pero que marca la diferencia, que logra cautivar cuando se muestra, y Jorge Expósito la tiene.

Bien lo saben quienes han tenido la suerte de descubrir un talento que suena a pop-rock, a platos ride y crash, a bombo, caja y a hit-hat. Porque este joven percusionista nació con la música impregnada en el ADN y la vive con tal pasión y naturalidad, que su brillantez ante la batería es incontestable.

Eso debió de pensar Hilari Marí, organizador del que posiblemente es el festival dedicado en exclusiva a la percusión más prestigioso de España, el Percufest, cuando el 25 de mayo, con motivo del Crazy Drummer’s Day --en el que se logró el récord Guiness al mayor crecendo de batería con 122 participantes-- escuchó a Jorge tocar y supo que había descubierto a un gran músico. Tanto es así, que en la 18ª edición del citado festival consideró que debía compartir su hallazgo y subió a Jorge al escenario con algunos de los mejores baterías profesionales de España.

Fue en el Drumfest, dedicado a la parte más moderna y comercial de la percusión. En su apartado de exhibición, Jorge Expósito interpretó al mismo nivel que bateristas de la categoría de Jorge Fernández (Madrid), David Sánchez (Zaragoza) y Daniel García Podador (Madrid), además de con un castellonense, Carlos Mercado, que presentó su libro Tocar la batería sin dolor. Todos ellos adultos, con dilatadas trayectorias musicales. Y a su lado, un chaval estudiante de 3º de Conservatorio y 2º de ESO con un prometedor porvenir.

En su vida hay muchos nombres propios, como en la de todos los genios, porque el talento hay que domarlo, encauzarlo, darle forma. En eso han contribuido Vicente Vinaixa, quien ya viera todo lo que podía dar de sí cuando solo era un pequeño con muchas ganas y posibilidades, por lo que se ofreció a darle clases de manera desinteresada, y posteriormente su hijo, Sergio Vinaixa; Samuel Parejo, su profesor del conservatorio; Tico Porcar y otro grande de esta especialidad, Yoel Páez, uno de sus principales apoyos y referentes.

Y a pesar de sus posibilidades y de ese futuro que ya le ha abierto las puertas de par en par, tan pronto como suele sucederles a quienes tienen ciertas aptitudes innatas, Jorge tiene los pies en el suelo. Su porvenir pasa por completar su formación y ser músico profesional, por llegar tan lejos como la vida le permita, con el apoyo de unos padres que saben lo que tienen entre manos y se preocupan de que valore y disfrute con sensatez de cada oportunidad, de cada sueño cumplido. Aunque lo mejor de Jorge es esa ilusión que genera en los demás cuando hace lo que mejor se le da, la de creer en la magia, la que crea con unas baquetas en la mano.

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