H ace cuatro años le dije a un histórico dirigente socialista local que me gustaba Pedro Sánchez. Incluso recuerdo haberlo escrito en redes sociales. Me respondió que si me gustaba Sánchez, tal vez ya no tenía que gustarle a él. Los dos reímos y seguimos con nuestras cosas.

Hoy he de decir que Sánchez me gusta más incluso que entonces. Las pasadas elecciones las ganó la socialdemocracia, las ganó el PSOE. No las ganó el comunismo, no las ganó Podemos. Las exigencias podemitas para formar gobierno han sido exageradas, extemporáneas, alguna incluso demencial, y Pedro Sánchez ha hecho muy bien al rechazarlas. En noviembre tendremos nuevas elecciones, si no hay ningún giro de guion estival, y Sánchez recuperará al menos un millón de los votos prestados a Iglesias. Estoy convencido. Porque Pedro Sánchez, pese a la amargura que mostró anteayer en el Congreso, actuó con sentido de estado.

Obró como un buen presidente del Gobierno de España. No se rindió ante los comunistas de nuevo cuño y entendió que es mejor volver a votar que gobernar cerrando un mal acuerdo. ¿Se imaginan, queridos lectores, que la situación hubiera sido otra y Vox le hubiera exigido tantísimo al PP? Los opinadores habríamos puesto el grito en el cielo. El bipartidismo se prepara para volver a reinar en España. Veremos qué pasa en los próximos meses.

*Escritor