Esta semana hemos podido leer que en Vila-real han robado la figura del Niño Jesús del belén municipal. ¡Vaya con los gilipollas de turno! Entiéndanme bien, queridos lectores, pues cuando me permito usar tamaño exabrupto lo hago según el sentido aportado por el diccionario de la Real Academia Española de la lengua. Así pues, un gilipollas no es más que un tonto o idiota y su sustituto eufemístico es la palabra gilipuertas.

El año pasado ya ocurrió lo mismo con el Belén de Castelló de la Plana. Algún gilipuertas se lo llevó a casa, dejando a los vecinos de la ciudad con un portal a medias.

¿Qué habrá en la cabeza de estas personas? Una de dos: o perpetran el robo borrachos como cubas, lo que sin duda serían un atenuante de gran relevancia, o lo hacen movidos por las ganas de jorobar a los demás. Personalmente me decanto por la primera opción. Una mala borrachera puede hacer que el más cívico de los vecinos se convierta en un monstruo de tres cabezas y cola de dragón.

En cualquier caso, y pese a que año tras año tenemos que convivir con estas gamberradas, dejen que me muestre optimista queridos lectores y que les desee la mejor de las fiestas. Abracen a sus seres queridos como si no hubiera un mañana. Quiéranse. Rían, charlen y hablen de lo divino y de lo humano. Pero no discutan.

¡Feliz Navidad a todos!

*Escritor