Hace poco más de medio siglo, Martin Luther King, pronunció aquella célebre frase: «Yo tengo un sueño». Un sueño del que todavía no hemos despertado. No hemos conseguido asimilar la igualdad entre los humanos, erradicar la pobreza, eliminar la violencia y el egoísmo, implantar la justicia, convertir a los súbditos en ciudadanos…

Él pensaba que llegaría un día en que las barreras sociales y raciales desaparecerían. Pero el sueño sigue sin despertar. Y algunos están durmiendo plácidamente en el silencio de la noche o en la torre del poder, ajenos a tan sustanciales problemas. «Estamos en un mundo tan singular -dice Segismundo en La vida es sueño-- «Que el vivir solo es soñar: / y la experiencia me enseña /que el hombre que vive sueña/lo que es hasta despertar». «¿Qué es la vida sino un sueño?», decía Lewis Carrol.

Sin sueños no podríamos vivir. Pero la realidad es que «sueña el rico en su riqueza / que más cuidados le ofrece…», mientras que «sueña el pobre que padece/su miseria y su pobreza».

Y todo ello se traduce en una realidad distante de la vida, presidida, a veces, por el poder con la ausencia de la participación del ciudadano, en demasiadas ocasiones, apático. ¿No es así, señor Calderón? Convirtamos el sueño en realidad: mensaje para políticos y ciudadanos. Porque si viviéramos la vida como un sueño, ¿no sería mucho más justo?

*Profesor