Ansiedad, estrés, preocupación, insomnio, aburrimiento... Si el confinamiento a causa de la covid-19 resulta, en muchas ocasiones, complicado para cualquier persona sin necesidades especiales, puede serlo aún más para aquellas personas que sí las tienen.

Los castellonenses que padecen Síndrome de Down y sus familias se enfrentan a diario al reto de no dar pasos atrás durante esta cuarentena y poder continuar con su desarrollo cognitivo. Tanto la fundación, como la Asociación Síndrome de Down Castellón, con más de 300 usuarios, centran sus esfuerzos en darles apoyo virtual en un momento en el que hay que mantener la distancia social. Por ello, programan videoconferencias de ocio con voluntarios y familias, realizan talleres virtuales e intentan dar el apoyo profesional y emocional que los usarios puedan necesitar durante este largo encierro.

La asociación nació en 1995, hace ahora 25 años, a iniciativa de un grupo de familiares que buscaban ofrecer los servicios necesarios para mejorar la calidad de vida de las personas con Síndrome de Down. La entidad castellonense ha ido creciendo, evolucionando y adaptándose a los nuevos retos y demandas de la sociedad actual hasta hacerse imprescindible en la vida de muchas familias de la provincia.

«La idea, en estos momentos tan difíciles, es intentar llevar el ocio a casa y mantener el vínculo de amistad entre nuestros usuarios», indica la coordinadora del proyecto llamado Ocio y Tiempo Libre, Lorena Caballero. Los padres, por su parte, también hacen una gran labor desde casa, mediante la estimulación, la lectura y el repaso de materias escolares para que el desarrollo no se detenga.

SUS HISTORIAS

“Martina está encantada de poder estar con sus padres las 24 horas”

Martina Zaragoza tiene cinco años, vive en Castelló y es la mayor de tres hermanos. Su madre, Carolina Ballester, asegura que la pequeña está «encantada» con un confinamiento que le permite estar 24 horas al día con sus padres, algo que en esta familia numerosa no es habitual. «La niña lo lleva muy bien. Le hemos explicado que hay un virus que no nos deja salir de casa y que, así, evitamos ponernos malitos. Hemos intentado cubrir las necesidades de logopedia que ella tiene y otros servicios que nos da la asociación, aunque es imposible. Dice que tiene muchas ganas de ver a sus compñaeros del CEIP Lluís Revest», explica su madre. Esta familia vive, como otras muchas, con preocupación el posible contagio a sus mayores, ya que no solo los abuelos de Martina viven en el mismo edificio, sino también su bisabuela, de 96 años.

“Ximo se quedó sorprendido cuando supo que esto mataba a la gente”

Alberto Mateu es el presidente de la Asociación Síndrome de Down Castellón y pasa el confinamiento con su hijo Ximo, de 15 años. En la misma casa están también los abuelos, aunque ahora viven en plantas separadas para respetar la distancia. «A Ximo le explicamos lo que pasaba como pudimos. Él nos oye hablar a mí y a su madre y coge ideas. Cuando se enteró de que había gente que se moría por coronavirus se quedó muy sorprendido», cuenta su progenitor, quien trabaja a diario con Ximo para el desarrollo de sus habilidades. «Me da miedo que retrocedamos y que mi hijo experimente una vuelta atrás. Los niños como él necesitan relacionarse con otros», confiesa.

Ximo, alumno de Grans i Menuts, lee y juega a fútbol en su jardín. «El contacto virtual no es como el directo, pero ayuda mucho ahora», dice Alberto.

“Nacho se ha visto en un ERTE por el coronavirus, como otros empleados”

El expediente de regulación de empleo temporal (ERTE) llegó también, con la crisis del coronavirus, a la empresa de construcción donde trabaja Nacho Uceda, de 32 años. Este castellonense realizaba tareas administrativas hasta que comenzó la pandemia. «Cada día nos da una lección de positivismo a nosotros», dice Rosa Prades, su madre y presidenta de la fundación. «Mi hijo no ha querido salir para nada de casa, ni a comprar. Solo se pone un rato en el balcón para tomar el aire. Antes bailaba salsa en una academia y ahora practica en casa. También tenemos una elíptica», relatan a este diario sus padres.

«Nacho hace dos clases a la semana de estimulación cognitiva, que es muy importante para las personas como él. La asociación se ha volcado desde el primer momento para que acusen lo menos posible la situación actual», agradecen.

“Adrián es de los valientes que ahora trabaja en el sector alimentario”

Adrián Monforte tiene 26 años y trabaja en una tienda del sector de la alimentación. Está muy concienciado sobre las precauciones que debe tomar, tanto en su puesto como en casa y es él quien les recuerda a sus padres la importancia de protegerse y lavarse las manos muchas veces al día. Así lo explica su madre, quien relata que, cuando llega a casa, Adrián intenta desconectar. «No le gusta ver las noticias y estar con el coronavirus en la cabeza todo el día. Lee, pinta, ve películas y juega a la PSP», asegura Nati.

Antes de que comenzara el estado de alarma, Adrián era un joven muy activo. Iba a clases de baile, a la piscina y a padel, unas actividades que se han acabado para él por la crisis sanitaria. «Da clases de estimulación cognitiva por internet, gracias a la asociación e intenta ser siempre positivo», cuenta su familia.