El trabajo de los capellanes de hospital de la Diócesis Segorbe-Castellón ha cambiado mucho durante estas semanas para poder atender a todos los enfermos por coronavirus. Cada uno de ellos tiene su experiencia personal, aunque todos están siendo "necesarios mensajeros de la fe y de la esperanza cristiana ante el sufrimiento de la enfermedad o de la muerte", según explican desde la Diócesis.

Cuatro de ellos relatan a continuación sus experiencias durante este tiempo:

Eloy Villaescusa

“Podemos vivir este tiempo gracias a las fuerzas que el Señor nos concede, para poder llevar con paz y serenidad toda esta tribulación, y bien dispuestos para llevar la gracia del Señor a quienes solicitan nuestros servicios”, comenta Eloy Villaescusa, uno de los capellanes del Hospital General de Castelló.

Los enfermos y familias a las que asiste se acogen en muchos momentos a la fe, “aunque esta crisis que estamos viendo pone aún más de manifiesto la frialdad religiosa que nos envuelve como sociedad”, asegura el sacerdote.

Algunos de estos enfermos han muerto en las últimas semanas en soledad y Villaescusa reconoce que “no es fácil acompañarlos debido al aislamiento en el que se encuentran y la visita se ciñe a la administración de los sacramentos, pero la fe nos dice que el Señor no abandona a nadie y que la Iglesia está místicamente presente junto al moribundo”.

Vicente-José Paulo

Vicente-José Paulo también es capellán del Hospital General de Castelló y asegura que “es difícil ver a una persona y no saber si mañana estará viva, pero si en cada enfermo no viéramos la presencia de Cristo, el miedo se apoderaría de nosotros y no volveríamos, lo que requiere de una gran dosis de amor a Dios y a las personas, y por supuesto de oración”.

Para el sacerdote, “es impresionante ver cómo los enfermos creyentes ponen su vida en manos de Dios, confiando en que Él sea su fuerza, y eso aporta serenidad y fuerza para luchar”.

Para poder atender a los enfermos del covid-19, del mismo modo que los sanitarios, los capellanes deben llevar un equipo de protección individual (EPI), pero “hay veces que los enfermos o sus familias piden la asistencia y no podemos ir inmediatamente, pues no hay equipos de protección adecuados, y pensar que una persona se muere sin poder hablar con ella es muy duro”.

“Es reconfortante cuando podemos atender a estas personas o a sus familias, y el poder estar a su lado aporta la satisfacción de haber podido ayudar y consolar”, concluye.

Vicent Pasqual Esteller

Hace poco más de un mes que Vicent Pasqual Esteller se encuentra atendiendo, como capellán interino, a los enfermos del Hospital de La Plana de Vila-real. “Para mí este tiempo está siendo un regalo, un tiempo de gracia en medio del sufrimiento que está produciendo esta pandemia. Ver tan cercana la mano del Señor, que continúa fiel a su amor y cuidado preferencial con aquellos que por la enfermedad están unidos a Cristo en la Cruz”, confiesa.

El sacerdote dice sentirse “instrumento inútil, lápiz en manos del Señor, que escribe la historia, sintiendo cómo Dios, a través de nuestra presencia, toca lo más profundo del corazón de aquel que sufre”. Además, se muestra agradecido por el modo en el que acontecen "encuentros providentes, en los que sientes que tu no haces nada y el Señor te lleva, provee las palabras y los momentos”.

Vicent Pasqual explica que no solo los capellanes de hospital acercan a Dios a los enfermos, pues “hay muchos profesionales sanitarios, más de los que nos imaginamos, con los que compartimos la misma fe, inquietudes y la necesidad de presentarle a Dios en la oración lo que estamos viviendo, tantas situaciones, historias y vidas, y vivir con alegría todo lo que nos une”.

“Los enfermos acogen nuestra visita con una gran paz y alegría, necesitan hablar y sentir la presencia del otro, pues este tiempo de enfermedad y soledad está siendo duro y difícil", continúa explicando, al tiempo que añade que "se les abre la puerta a Cristo, que viene a poner luz en nuestras vidas, pues sabemos que ha vencido a la muerte en la Cruz y está resucitado”.

Además, comenta que en muchas de estas personas, “tras hablar y recibir la comunión, se produce el milagro, pues encuentran una profunda paz y la alegría de saber que Jesús se queda con ellos en ese momento, al atardecer de su vida”.

“En algunos momentos la gente te dice que no sabe cómo rezar o se les olvidan las oraciones, y yo siempre les comento que su cama en estos momentos es altar, donde ellos también ofrecen a Dios su sufrimiento, se unen a Cristo y sus vidas se convierten en oración, en Eucaristía”, concluye.

Lucio Rodrigues

Lucio Rodrigues se encuentra en el Hospital Provincial de Castelló y explica que “la capilla del hospital se ha convertido en sala de espera de los enfermos oncológicos, y tanto los enfermos como el personal sanitario y la dirección han agradecido la disponibilidad de dicho espacio”.

“He podido comprobar en los semblantes de estos pacientes la preocupación justa por su salud y la de los suyos, y cómo muchos de ellos, no pocos, se han puesto a orar con verdadero recogimiento, pidiendo confesión y comunión. Lo mismo puedo decir del personal de la casa, ya que médicos, enfermeros, cocineros, limpiadoras, seguridad..., que en nuestros breves encuentros por los pasillos o en la sacristía con gran profesionalidad han expresado su preocupación, han pedido oración y a la vez han demostrado su aprecio al capellán”, explica.

Lucio se muestra agradecido porque “siempre han favorecido la asistencia religiosa preservando la integridad del paciente y del sacerdote, y realmente está siendo un tiempo de unión y amistad entre nosotros”.