Mientras se atisban los primeros indicios de un aplanamiento en la curva del coronavirus, el turismo sigue con la incertidumbre de saber cuándo podrán comenzar a recuperar la normalidad. El presidente de la patronal provincial Ashotur cree que es factible una vuelta en verano, aunque condicionada por medidas de seguridad. De lo contrario, la factura económica resultaría casi inasumible.

--¿Cree factible que los negocios del sector puedan abrir de nuevo sus puertas en este verano?

-Desde nuestra asociación provincial y como empresario turístico, creo que sí habría una posibilidad. Otra cosa es en qué condiciones, pero estoy convencido de que, aunque sea en parte, podría hacerse de alguna manera y minimizar la problemática tan seria que se ha generado con la pandemia. Hemos sido los primeros en cerrar y está en entredicho la reapertura, que tanto nos preocupa. Abogamos por que sea una realidad de una manera controlada y en condiciones que dicte la autoridad y que se pueda abrir.

--¿Cómo será el día después de la reapertura? ¿Se recuperará pronto el movimiento?

-Somos una sociedad a la que nos gusta mucho salir, el contacto físico, estar con gente. Va en nuestra cultura ciudadana. Habrá cierto miedo, ya que el virus nos ha enseñado a tomar precauciones ante un enemigo que no vemos. Pero creo que con el paso del tiempo la tendencia será volver a como era antes. Es difícil cambiar la manera de ser de toda la sociedad. Ya sea porque tengamos medicamentos que curen o porque hay una vacuna.

--¿Cuáles eran las expectativas del turismo de Castellón antes de la llegada de la pandemia?

-Eran iguales que en el 2019, un buen año en el que la gente hizo sus vacaciones habituales. Y donde la gente sale esos días de descanso a destinos como Castellón, uno de los que más arraigo tienen en el sector nacional y familiar. La campaña se preveía normal, dentro de pequeños movimientos, pero sin indicios de que iría a peor. Lo de este 2020 nadie lo podía ni imaginar, ni en una película de ciencia ficción.

--En el comienzo de esta crisis se mostraba moderadamente optimista ante el futuro. ¿Sigue teniendo ese mismo sentimiento?

-Uno es optimista por naturaleza, en mi caso creo que siempre las cosas irán a mejor. Cuando comenté esto, la información que teníamos a nivel de usuario era casi ninguna, con indicios de virus en China, luego en Italia, y era inimaginable que esto pasara. Solo hay que ver cómo se actuó después en Estados Unidos o el Reino Unido. Ahora no puedo tener el mismo punto de vista, pero estoy convencido de que esto pasará, remontaremos y volveremos al estado natural.

--¿Dejaremos de ser una zona dedicada a los servicios?

-No. Con el 14% del PIB nacional, el turismo es la primera industria del país y tenemos que poner nuestra fuerza de voluntad para que siga así. Hemos sido un país hospitalario y seguro para nuestros visitantes. Pasará uno o dos años en situación más delicada, habrá víctimas por el camino y empresas que no podrán salir, tanto los grandes como autónomos y pymes. Pero no quiero imaginar un país donde el turismo no sea la primera actividad.

--El turismo abarca negocios como bares, hoteles o locales de ocio. ¿Cuáles de ellos podrían recuperar antes la normalidad?

-Puede que los bares. No sabemos en qué condiciones, pero el poder reunirse con gente será importante. También entra el tema cultural, con visitas guiadas donde habrá más control y distancia. Y están los apartamentos turísticos y aparthoteles, que son un tipo de negocio donde no hay masificación, es como una vivienda de una familia: la gente hace su vida, cocina dentro y no tiene que reunirse con nadie en zonas comunes. Podrían empezar a trabajar desde el primer momento en que se levante el confinamiento. Es casi lo mismo que en cualquier casa de cualquier ciudad.

--¿A qué luchas se enfrentan los empresarios mientras se ven obligados a cerrar?

-Hay pérdidas multimillonarias, vosotros mismos indicasteis los 3.100 millones solo en Castellón. Hay montones de gastos fijos y una parte de vital importante es la mano de obra de los empleados, que son muchísimos. Para ellos el no trabajar supone un problema para llegar a final de mes y atender a sus familias. En cuanto a las cargas de las empresas, se habla de pequeñas y medianas, pero no nos podemos olvidar de las otras, que con todo su capital y gente representan mucha mano de obra.

--¿Le parecen adecuadas las medidas de las administraciones para salvar a estos negocios?

-Son insuficientes, como pequeños aplazamientos de pagos. Hay que tomar medidas más contundentes, condonando gastos y pagos para todo tipo de compañías que están en situación delicada. Y no olvidemos que estamos en Europa, desde donde no hemos oído nada interesante al respecto.

--¿Cómo valora las dudas del Gobierno sobre un posible regreso en el mes de noviembre?

-Debe haber mecanismos para paliar el problema, pero no podemos dejar a la gente que se muera de hambre. Hay que consensuar con todo el mundo, recoger las opiniones y saber en qué momento estamos. Debemos dar libertad a la gente de abrir o no y poner medidas de seguridad pero no podemos paralizar el turismo sin más, sería una medida muy drástica y no beneficia a nadie.

--¿Tienen constancia de las condiciones que impondrán las autoridades sanitarias para reabrir con seguridad sanitaria?

-Sabemos lo mismo que la gente de la calle. Se habla de medidas para evitar la proximidad, uso de mascarillas, aforos muy controlados o la separación física entre clientes. Pero no sabemos el detalle. Ni siquiera cómo irá la gente a la playa.

--¿Sufrirá Castellón por la anunciada guerra de precios para atraer al turismo nacional?

-Habrá mucha competencia, aunque somos un destino bien posicionado en este campo. Creo que podría adoptarse algo como lo que se propone en Italia, un cheque que ayude a la gente a ir de vacaciones, aunque sean pocos días, y que tendría un retorno en forma de impuestos. Sería una forma de perder el miedo.