Después de seis partidos de Eurocopa, al fin una selección venció por más de un gol. Fue Alemania, la campeona del mundo. No podía ser otra. En el séptimo choque del torneo, el conjunto de Löw doblegó a Ucrania (2-0) sin brillo. No fue, ni mucho menos, el equipo que maravilló en el Mundial de Brasil. Tampoco lo necesitaba. Le bastó con un gol de Mustafi a balón parado, tres grandes paradas de Neuer, una aparición vital de Boateng bajo palos y la sentencia de Schweinsteiger.

Una treintena de ultras de ambos equipos protagonizaron incidentes antes del duelo, con lanzamientos de botellas. En el césped, no falló Alemania, aunque se llevó más de un susto ante un rival imprevisible y peligroso. Ucrania no se amilanó nunca. La campeona del mundo tuvo el control pero estuvo espesa, sin esa electricidad que les llevó a coronarse en Maracaná hace dos años ante Argentina, con humillación incluida a Brasil en semifinales.

Löw no arriesgó y dejó en el banquillo a dos jugadores que pueden ser importantes más adelante, como Hummels y Schweinsteiger. Faltaban ellos, pero el elenco de estrellas arriba era más que suficiente para ganar sin apuros. Error. Ni un solo jugador de ataque brilló, empezando por Götze, el héroe en la final del 2014. El autor de aquel decisivo gol en la prórroga se alternó con Draxler y Müller. Movilidad, toque y ninguna profundidad. H