Las finales no se juegan, se ganan. El Celta-Villarreal de esta tarde (18.30 horas, beIN LaLiga) no es realmente una final, porque quedan 10 partidos todavía, pero casi. Y casi, cuando te estás jugando la permanencia, es muchísimo. El Celta lo afronta con la ansiedad de vencer para que su oponente no se marche a siete puntos de ventaja (teniendo en cuenta el 2-3 de la primera vuelta), mientras que el Submarino lo hace con la necesidad de sumar de tres en tres para huir de la cola. Ansiedad contra necesidad.

TODOS CUENTAN, TODOS JUEGAN // Pero si algo ha logrado Javi Calleja en su regreso al banquillo del Estadio de la Cerámica, ha sido tener conectada a toda la plantilla en ese esprint final por la permanencia del tramo final de LaLiga. Habituales y no habituales han rendido por igual cuando el técnico les ha alineado en el once, bien sea en Europa, bien en la competición doméstica. Por ello, la larga retahíla de bajas con la que afronta el partido en Balaídos no parece un problema mayor, pues no se ha escuchado un lamento de nadie al respecto.

El Villarreal tendrá hoy en la convocatoria a cuatro futbolistas con número del filial, puesto que a los dos que son fijos en las listas y con muchísimas opciones de saltar de titulares, como son Manu Morlanes y Samu Chukwueze, se les unirán el lateral derecho rumano Andrei Ratiu y Xavi Quintillà, también llamado a ser relevo natural de Alfonso Pedraza en el otro costado.

No pudo entrar al final Jaume Costa, pero sí que se sumó a la expedición Daniele Bonera, con todos los números para formar en esa línea de tres centrales junto a Álvaro González y Víctor Ruiz, ante la ausencia de Ramiro Funes Mori por acumulación de tarjetas. La recuperación in extremis del Capo ha sido un alivio para Calleja, que se hubiera visto obligado a ubicar a Mario Gaspar como central o retrasar a Vicente Iborra, trastocando así demasiadas líneas cuando, en las últimas jornadas, el Villarreal ha mostrado un buen funcionamiento global como equipo. Por ello, Bonera es la solución que permite a Calleja tocar lo menos posible la estructura colectiva, colocando a Mario de carrilero derecho, formando un centro del campo con Morlanes, Iborra y Santi Cazorla.

La gran duda estriba en quién será el acompañante de Karl Toko-Ekambi en ataque. Una opción es situar a Chukwueze y otra alternativa también viable es Pablo Fornals, en lo que se supone la incógnita del técnico.

Y con lo que tiene, Calleja afrontará un choque entre dos rivales directos que se han visto inmersos esta temporada en una situación muy inesperada pero que, a día de hoy, es tan real como la vida misma. No es una final --por lo menos no para el Submarino--, aunque sí un compromiso trascendente y cuyo resultado puede marcar una trayectoria.

LLENO EN BALAÍDOS // El Celta ha movilizado a su afición, que llenará a rebosar Balaídos, para esta cita tan determinante. Para los vigueses sí es un encuentro con etiqueta de final, porque los cuatro puntos que les separan de la permanencia, podrían ampliarse.

Y también tiene cierto morbo el duelo en los banquillos. Un pulso entre dos técnicos que han trabajado juntos en el Villarreal. Fran Escribá como primer entrenador y Calleja como responsable del filial, con el segundo sustituyendo al primero en el banquillo del Submarino en la jornada número 11 de la pasada campaña.

El valenciano afronta su tercer partido a los mandos del Celta y todavía no ha podido lograr la victoria, después de sendas derrotas ante el Betis y el Real Madrid. Eso sí, recupera, después de una larga inactividad, a su futbolista referente y la gran esperanza celeste para salir del descenso: Iago Aspas --sin duda, un delantero difícil de frenar--. El lateral izquierdo David Juncà es la única ausencia en los locales por lesión.

Pese a la presencia del internacional español, la principal preocupación de Calleja es que el Villarreal continúe siendo el Villarreal. Si los amarillos mantienen la versión competitiva de los últimos partidos, quien tendrá un serio problema será Escribá.