Estados Unidos es un país con una especial predilección por lo ceremonioso que el tradicional mundo del golf amplifica. Sergio García, vigente campeón en Augusta, participa en los actos reservados al último ganador del Masters, que esta semana tratará de volver a conquistar para enfundarse de nuevo la chaqueta verde, esa que ha lucido una vez más, en medio de un emotivo homenaje que ha contado con la presencia de su familia, entre ella su hija recién nacida, con apenas unos días.

Este domingo, precisamente, Sergio, el noveno mejor jugador del mundo según la última actualización del ránking, escogió a su padre y mentor para una vuelta de nueve hoyos. Para ello, el borriolense se cambió en el vestuario de los campeones, uno de los santuarios más sagrados del golf mundial. Sergio ya lo pisó en calidad de invitado en 1999, como amateur, pero esta vez regresó a él con todos los honores, entre otras cosas porque ya tiene su propia taquilla, como Nick Faldo o Gary Player, entre otros.

Un rato antes, García había tenido la oportunidad de almorzar en el comedor de los campeones. Un aperitivo de lo que le espera este martes, en la cena de gala, servida por el prestigioso cocinero español José Andrés. El menú se guarda como secreto hasta última hora, pero se sabe que servirá arroz, una de las debilidades de Sergio. Después le tocará dejar tanto homenaje a un lado para tratar de emular a Jack Nicklaus, Nick Faldo y Tiger Woods, los únicos tres golfistas con dos triunfos seguidos en Augusta.

El triunfo del año pasado todavía trae cola. Concretamente, la de una serpiente de cascabel que estuvo a punto de truncar el sueño de Sergio. Según ha desvelado el Augusta Chronicle esta semana, el borriolense casi pisa un ejemplar de este peligrosísimo reptil cuando caminaba por la finca que su suegro, Marty Akins, posee en Austin (Texas), a pocos días del arranque del Masters.