No se vivieron las mismas escenas que hace casi dos años ni parece que vaya a echar a rodar la bola de nieve que desató entonces la derrota, con el despido de Zubizarreta y la convocatoria de elecciones en una crisis sin igual, pero el partido de Anoeta ha puesto al Barça bajo sospecha. La creciente sensación de que algo le pasa a este equipo ha quedado agravada por una de las peores actuaciones en años.

Ahora impera el silencio, caras largas y aire de desconcierto, alimentado por algunas conductas y denuncias como la de Piqué apuntando a la falta de actitud. Incluso Messi aludió a la importancia del orden por encima del talento, en una sentencia que pasó sin más para algunos y que ahora cobra un significado especial. El Barça de Anoeta (y de unos cuantos partido más) fue justo lo contrario. Largo y desordenado.

los problemas / Después de intentar (sin éxito) reconducir el partido en el descanso, a Luis Enrique le corresponde hacerlo ahora con la presión de esos seis puntos de distancia frente al Madrid. Ayer, dio el primer paso con una reunión en el entrenamiento. Pero no es fácil recuperar contrarreloj cosas que han ido dejándose de hacer desde hace tiempo.

Es por ello que, a puertas del clásico, se deben corregir tres graves problemas que le convierten en un equipo desconocido. El primero se basa en que este Barça está diseñado, parido y construido para el tridente Messi-Suárez-Neymar. En la salud casi siempre (8 títulos de 10) pero también en la enfermedad como ahora, incapaz de curar sus problemas.

El segundo, los interiores, ya que Busquets parece solo ante el peligro. Ante la ausencia de Andrés Iniesta, los Rakitic, Denis (a veces sí), Rafinha, Arda y André Gomes no están a la altura.

Y el último, las lesiones: esperan a Iniesta, Alba es duda; Arda, sí; y Umtiti fuerza para llegar a un clásico de vital importancia.