A falta de cinco días para que el mercado estival de fichajes baje la persiana, la llave necesaria para cerrar la operación más importante de la temporada, el regreso de Neymar al Barcelona, está en manos de Dembélé. No es la única llave que falta, porque hay un montón de candados y cajas de seguridad, pero ahora mismo sí parece la más difícil. O, al menos, es lo que explican fuentes cercanas a la negociación.

Un día después del viaje a París de una delegación azulgrana con el encargo de presentar al PSG una nueva oferta por el brasileño, Bartomeu se reunió ayer con el equipo negociador para analizar la marcha de la operación y los diversos escenarios que se pueden plantear. El acuerdo final sigue aún lejos, pero ambos clubs han ido flexibilizando sus posiciones a fin de hacerlo posible. El Barça, cuya pretensión inicial era un canje de futbolistas, está dispuesto a hacer un esfuerzo económico. Y el club parisino de propiedad catarí, que exigía el pago de 170 millones de euros a tocateja, ya no descarta incluir jugadores en la negociación para reducir el coste ecomómico.

Tras la cesión de Coutinho al Bayern, los dos futbolistas señalados para tomar parte en el cambalache son Rakitic y Dembélé. Ninguno quiere el canje, pero el diario Le Parisien, considerado próximo al PSG, asegura que el croata podría dar el sí, tal vez persuadido por las suplencias ante el Athletic y Betis.

El caso de Dembélé es distinto. El francés no quiere irse ni siquiera cedido, una de las opciones que proponen los culés. Su agente, Moussa Sissoko, insistió ayer que «Ousmane seguirá en Barcelona al 100%». «No hay ninguna posibilidad de que se vaya: él quiere triunfar en el Barça y lo hará», declaró al canal Téléfoot.