El Castellón camina hacia la salvación punto a punto, un ritmo insuficiente, por más que lo haga a base de ciertos méritos. En esta ocasión, en un campo de los que le recordaban a esa Tercera División a la que se sigue asomando peligrosamente, de césped artificial en no muy buenas condiciones, pequeño --sobre todo estrecho--, en un ambiente un tanto desangelado donde su afición fue mayoría, contra el equipo más en forma de la segunda vuelta. Un empate que, por sí mismo, no es malo, pero cuando llevas 14 y cuando ves que tus rivales directos (Badalona, Alcoyano, Conquense, Mestalla u Ontinyent) sí son capaces de ganar, le quitan casi todo el valor.

El Castellón estaba sobre aviso para lo que iba a encontrarse en Zaragoza. De ahí que Cano conjugase la continuidad pero, a la vez, dando un matiz al equipo. Solo hizo un cambio (Jairo Cárcaba por César Díaz), pero recuperó el 4-4-2 en rombo. Como ya es costumbre, los albinegros comenzaron mejor que su oponente, pero ese empuje le duró poco y, a excepción de un cabezazo de Rafa Gávez en un saque de esquina en el primer minuto y un golpe franco de Antonio Caballero desde la frontal con demasiada fuerza, ya no inquietó más al portero vila-realense Salva de la Cruz. De esa falta del jiennense a, segundos después, el susto: Sergio Cortés centró sin peligro, pero a Álvaro Campos se le escurrió la pelota y, golpeando en la pierna de Paco Regalón, cambió de rumbo hacia la red, aunque el cordobés tuvo tiempo para aplicar el factor corrector, con el que se mantuvo el resultado inicial. Una acción, de la nada, que significó un punto de inflexión.

CAMBIO DE DECORACIÓN // El Ebro, poco a poco, fue imponiendo su estilo para adaptar el encuentro a sus características. El Castellón pasó de un inicio plácido a verse incomodado, más aún por el cierzo, ese viento frío, racheado y fuerte tan típico de Zaragoza, que sopla desde el noroeste canalizado por el valle del Ebro, en cuya orilla se sitúa el modesto y abierto campo de La Almozara. Álvaro Campos resolvía una falta con aviesas intenciones del propio Sergio Cortés como principal aviso de ese nuevo guion que ambos contendientes estaban ya escribiendo en la ventosa matinal.

También suele ser ya frecuente que los albinegros acaben suspirando por el descanso. No fue un dominio avasallador de los arlequinados, pero un empuje suficiente como para contener a los orelluts en sus dominios, en unos últimos 10 minutos de la primera parte en los que el Castellón apenas si pisó campo contrario.

TOMA Y DACA // De vuelta de la caseta, el Ebro cambió el paso para tratar de superar a un rival bien pertrechado atrás, mucho más preocupado de no cometer errores que de arriesgar. Álvaro Campos se quitaba de encima esta vez un centro-chut de Víctor García, encontrando una buena respuesta de los visitantes, con la acción aislada de David Cubillas y, sobre todo, otro balón centrado desde la banda por Joseba Muguruza que casi sorprende y se le cuela al cancerbero local.

Lejos de ser un partido de ida y vuelta, y menos aún de ocasiones claras, el Castellón no permitió, esta vez, que su rival le arrinconase. De nuevo Víctor García, sin duda el más bullicioso del encuentro, se sacaba un voleón que estuvo a centímetros de convertirse en el gol de la jornada, minutos después de que el 11 del Ebro hubiese probado de nuevo al guardameta del Castellón. Atención también a Sergio Cortés, el otro incordio de los aragoneses, que cargó bien en ataque para cabecear, sin nadie a su alrededor, desde el punto de penalti, aunque muy, muy desviado.

UN PAR DE FOGONAZOS // Sin embargo, los albinegros, en las pocas veces en las que Antonio Caballero o Rubén Díez (Rubén Ramos apenas sí ofreció señales de vida) encontraron cierto desahogo y metros para maniobrar, tuvieron un par de acciones ofensivas interesantes. Sobre todo las del anteriormente conocido como Jamelli, que había visitado (y marcado) con el Teruel, en la primera vuelta. El Castellón junto cinco o seis pases por primera y única vez en toda la contienda para que el 10 acabara disparando, muy encimado, arriba.

Dos minutos antes, en el 79, el zaragozano se había sacado de la manga un disparo lejano, bien replicado por Salva. Fue, también, la primera y única ocasión del Castellón como tal, en un encuentro tedioso, plano, sin fútbol ni ocasiones, de ahí que los dos contendientes, ya fueran técnicos o jugadores, no dudaran en afirmar que el 0-0 fue un canto a la justicia. Otra cosa es que les llenara, aunque para el Ebro, que era el mejor equipo del 2019 del grupo y que únicamente había perdido uno de sus 11 encuentros más recientes, sin duda, es más reconfortante, colocado en una situación equidistante entre el play-off y el descenso. Pero no para el Castellón, pues la jornada ya había nacido torcida para sus intereses; pero es que, además, el domingo, la mañana y la tarde, terminó de echar por arruinar.

Cano, que no agotó los cambios, aportó velocidad con César Díaz primero y Julio Delgado muy al final, pero el partido acabó como empezó, con dos equipos firmando un armisticio.

SIN COLMILLO // El Castellón sigue siendo ese equipo de buenas intenciones al que es difícil hincarle el diente, pero también con poco colmillo: si no enseñas las fauces, es complicado morder. Un equipo que hace muchas cosas bien, pero al que no le llega todavía para ganar partidos.

La empatitis le devuelve al farolillo rojo, comprometiendo seriamente su permanencia, por más que su entrenador se empeñe en un discurso desprovisto de toda alarma, por mucho que en la clasificación queden reflejados los paupérrimos guarismos: tres victorias en 24 encuentros.