Obligado a decir adiós en un bar y atizando a David Cruz. Así se despidió Frank Castelló, que si bien no pudo dar la rueda de prensa en Castalia, al menos sí pudo hablar brevemente con sus ya exjugadores y recoger sus pertenencias. Una escena más que pone el punto y aparte (no definitivo, porque falta arreglar su finiquito) a la destitución en Nochevieja, con el equipo segundo gracias a los 16 partidos sin perder.

Puede que no fuera consciente, pero Castelló fue a sentarse debajo de la icónica foto que, en el Café Albinegre, refleja el gran momento del club en sus 94 años de historia: el once de la final copera de 1973 (la alcaldesa, Amparo Marco, afirmó que le había cedido otra instalación municipal para el acto). Allí, el bocairentí, rodeado de decenas de seguidores, agradeció el apoyo de jugadores, técnicos, empleados... y, sobre todo, la afición, que le han ayudado a sobrellevar los seis duros meses como entrenador del Castellón.

A continuación, atizó de lo lindo a Cruz. «Es el peor presidente con el que he trabajado, no lo dudes», soltó. «El Castellón, a Cruz, no le interesa para nada», añadió. «Hemos estado luchando siempre contra el jefe del club», destacó Castelló, quien también envió unas palabras a José Cano-Coloma, uno de los escasísimos apoyos que le restan: «El abogado que tiene, con el prestigio que tiene, me cuesta creer que le esté asesorando...». «Poco a poco, Cruz se está quedando solo con sus decisiones», apostilló el técnico.

El valenciano, sin embargo, exculpó a Saúl Suay y, sobre todo, a Ramón Moya, responsables de la comisión deportiva. «No he tenido ningún problema, ha sido un señor conmigo», comentó de este último. «Con Saúl hemos chocado, pero ha sido por el bien del club; le he recriminado cosas porque no ha estado a la altura muchas veces», destacó del primero.

Para el ya despedido, el detonante de su salida viene de muy atrás, cuando Cruz le intentó imponerle a Susana Fernández, la coach o «solucionadora de problemas», como la calificó Castelló. «Yo pierdo la guerra en septiembre, ya sabía que estaba sentenciado», introdujo. «A partir de ahí, pensé: día que pasa, día que tengo que disfrutar», apostilló. Aunque lo que se dice disfrutar, tampoco tanto, pese a los excelentes resultados. Poco a poco, fue perdiendo a jugadores (Arturo Navarro, Alberto Ramos o Borja Gómez), al fisioterapeuta, al médico, al director general y a la responsable de márketing..., en un infame goteo que no tiene fin.