Después de 186 semanas consecutivas en la cima del tenis Serena Williams cederá este próximo lunes su corona oficialmente a Angelique Kerber. La derrota de la tenista estadounidense en las semifinales del Abierto de Estados Unidos ante la checa Karolina Pliskova, número 11 mundial, por 6-2 y 7-6 (7-5) confirmó a la alemana como nueva reina del tenis femenino. "Es increíble ser número 1 mundial y estar en la final del US Open", decía emocionada Kerber tras imponerse en la otra semifinal a la danesa Carolina Wosniacki (6-4, 6-3).

A los 28 años, Kerber se convierte en la heredera de Steffi Graf, como número 1 mundial, aunque áun queda lejos, muy lejos, de los 22 títulos de Grand Slam que su compatriota entre 1983 y 1999 cuando se retiró después de haber permanecido 377 semanas al frente del circuito femenino. Kerber no piensa en esos récords estratosféricos solo comparables a la propia Serena Williams y a otras leyendas como Martina Navratilova o Chris Evert. Sus números están lejos. La tenista alemana ha ganado en su carrera solo nueve títulos y el primero de ellos lo logró en el 2012 en torneo 'indoor' de París, ya con 24 años.

Los mejores éxitos de Kerber han llegado con su madurez tenística y, especialmente, este año que empezó conquistando su primer Grand Slam en el Abierto de Australia al derrotar en la final a Serena Williams. Después alcanzó en verano la final de Wimbledon donde cayó ante la misma Serena y se colgó este verano en los Juegos de Río la medalla de plata al perder la final en la que era favorita ante la sorprendente tenista portorriqueña Monica Puig.

"Para mí llegar al número 1 mundial es algo maravilloso, un sueño en el que he pensado las últimas semanas. Quería serlo desde niña cuando veía los partidos de Graf. Ella fue mi motivación de pequeña. Hoy será un día para no olvidarlo nunca", decía feliz Kerber que jugará su tercera final de Grand Slam este año ante Pliskova, debutante, que hace unas semanas derrotó a la alemana en la final de Cincinnati.

Profesional a los 15 años

Nacida en Bremen (1988), el mismo año que Graff logró el 'Golden Slam', la proeza de ganar los cuatro Grand Slams y la medalla de oro en los Juegos de Seúl, Kerber se hizo profesional a los 15 años, aunque desde los tres comenzó a jugar. Su progresión en el circuito la había mantenido en un segundo plano lejos de las 'top ten' hasta que este año que irrumpió con su sorprendente victoria ante Serena Williams a la que impidió igualar el récord de Grand Slams de Graf. Meses después ya no pudo evitarlo sobre la hierba de Wimbledon.

"No ha sido fácil asimilar todo lo que supuso la victoria en Australia", admitía la tenista que, de golpe y porrazo, seconvirtió en una heroina para los aficionados alemanes, ansiosos de un referente después de Graf. El tenis de Kerber nada tiene que ver con el de su genial compatriota. La nueva número 1 mundial, que es zurda con un revés a dos manos, tiene un juego menos estilista que Graf, más físico, que ha tenido que trabajar mucho tiempo antes de explotar. "Se ha dicho de mí que si quería mejorar debía tener un juego más agresivo, menos defensivo, pero a la vez jugar más relajada, sin tanta tensión. En Nueva York jugaré mi tercera final de Grand Slam. Me siento orgullosa, Creo en mí y en mi juego" , ha valorado Kerber.