He estado a punto de hacer un Iannone en la última vuelta cuando quería pasar a Jorge (Lorenzo) para acabar segundo. ¿Hubiese sido bello, no? No, no, no, es broma. He pecato, pecato molto, he fallado. No, no, no pensaba en hacer un Iannone. Es broma”. Cierto, esta vez sí, Valentino Rossi, derrotado por los mismos dos rivales a los que crucificó el año pasado acusándoles de haber preparado un biscotto (pacto) para que no conquistase su décimo título mundial, bromeaba tras bajar ayer del podio, recordando que su amigo Iannone había tirado a Lorenzo en Montmeló, en una acción sin sentido. Si con el calor de la batalla, lo dice, será porque lo pensó, ¿no? O será porque vuelve a ver que Márquez se escapa ya casi definitivamente (52 puntos sobre el Doctor y 66 más que el mallorquín, cuando quedan 100 por jugarse).

Márquez tenía marcado el GP de Aragón en su agenda como el lugar ideal para dar un golpe en la mesa y demostrar que, cuando se puede, cuando toca, gana. Lo había dicho el propio Rossi: “¿Ganar a Marc en Aragón? No es imposible, ¡es un milagro!”. Pero ahí estaba el catalán para abrir el abanico de candidatos a la victoria. “¿Pensabas tú que el Alavés nos iba a ganar en el Camp Nou? ¡No!, pues esto es igual; soy favorito, pero tengo que ganar y no va a ser fácil”, aventuraba.

Y, aunque salía delante, cuando se apagaron los semáforos todos fueron “demasiado agresivos, excitados, fue ¡un caos!”, explicaba Lorenzo. “Yo he salido de maravilla y me he colocado enseguida delante, lanzando una carcajada en mi casco. Fue como el pistoletazo de los 200 lisos”, narra Rossi. “Yo me he visto metido en un lío y, mentalmente, he pensado ‘cálmate, Marc, cálmate que esto solo hace que empezar”.

COMPLICADO // Pero, sí, el arranque del GP que Márquez había escogido para dar un golpe de efecto en el Mundial, cerrar bocas y enfilar con posibilidades de éxito el triplete asiático, empezó demasiado complicado para su estrategia: Rossi, que salía sexto, ¡zas!, de pronto, estaba delante; Maverick Viñales lideraba la carrera; Lorenzo, que se había caído por la mañana y, encima, cambió el neumático trasero en la misma parrilla (“vi que todos llevaban el duro y dije: ese”), aparecía delante. “¡Tremendo, sí!”, pensó Márquez para sus adentros.

Pero el mejor rookie de la historia, el líder que viene, el futuro tricampeón, el jefe de Honda, aún viviría más sustos antes de fabricarse la carroza de la gloria. Por querer evitar sorpresas, le hizo un adelantamiento “justito” a Lorenzo en la primera vuelta, tan justito que, a 310 km/h, levantó su mano izquierda para pedirle “¡perdón!” Y, en el siguiente giro, salvó otra caída, regateó el dolor gracias a sus “codos de oro” y, cuando ya se veía en el suelo, hizo palanca con el brazo derecho, elevó la moto y, aunque regresó quinto al grupo de cabeza, seguía vivito y coleando. Era solo la segunda vuelta y no había que perderlo todo “por ser un ansioso”. Delante estaba Viñales, Lorenzo, Rossi y Dovizioso, “pero no se iban, los veía ahí delante”, así que decidió calmarse. Márquez sabía que tenía unas décimas en su muñeca y sabía que las ruedas, una vez calientes, las soportarían. Así que esperó el momento. Y fueron cayendo los adversarios. “Cuando llegué a Vale no me lo pensé. No quise riesgos. Lo pasé y giré lo más rápido que pude. Ahí hice la vuelta rápida en carrera, justo a mitad del gran premio”. Y arrasó para ser más líder del Mundial. Y ayer, encima, empató con Doohan a 54 victorias. H