Diego Maradona debutó con una derrota como entrenador de Gimnasia y Esgrima de La Plata. Racing Club se impuso 1-2 en un estadio que no dejó de corear el nombre del astro. El partido en cierto sentido fue un hecho lateral al espectáculo que protagonizó desde el banco de suplentes «el Diego de la gente». La expectativa era grande en un domingo especial. Horas antes, Argentina había perdido ante España la final del Mundial de baloncesto. En las horas de tristeza siempre se vuelve a mirar a Maradona, aunque sea como acto reflejo.

El mito pidió jugar en la vieja cancha de los «triperos» en La Plata, la capital de la provincia argentina de Buenos Aires. Prefirió las tribunas de madera y el calor humano a las estructuras modernas del Estadio Único. Que los hinchas y los jugadores estén más cerca porque unos y otros tienen un mismo objetivo, salvar los honores y la categoría en peligro. «Buscamos arrancarle una sonrisa a la gente», dijo el excapitán del seleccionado antes de que comenzara a rodar el balón.

Ante cada jugada, las cámaras buscaban al entrenador de Gimnasia. Cuando Racing se puso en ventaja, mostraron su rostro desencajado. «No es justo», repitió. La segunda etapa le dio una efímera felicidad con el empate de García. «Ahora sí», festejó Diego con los puños cerrados. Pero un minuto más tarde, Racing volvía a estar en ventaja y el míster se tomaba la cabeza desconsolado.

«Así es Maradona. Emoción pura. Histrionismo. Delirio», sostuvo el diario Olé. Sobre el final García se perdió la paridad. El entrenador alzó la vista al cielo pidiendo explicaciones. Y ahí todo terminó. «Estuvimos cerca sobre el final. Racing llegó dos veces e hizo dos goles. Fue práctico. Los muchachos estuvieron bien, hay que seguir trabajando, esto no se termina acá», dijo Maradona apenas terminó un partido que lo tuvo como protagonista: «Me duele el alma, porque no creo que el campeón argentino haya sido más que nosotros».