Es un vendaval. Si alguna persona en la Villa Olímpica está convencida de que está predestinada a ganar la medalla de oro, esa es Carolina Marín, esa onubense de 23 años que, vía Madrid (donde lleva nueve año entrenándose como una mula), ha sido capaz de derribar la muralla china del bádminton. Un deporte dominado tradicionalmente por las jugadoras asiáticas (chinas, tailandesas, indias, taiwanesas…) y cuyo monopolio se ha encargado de desmontar.

Doble campeona del mundo y de Europa, y número uno mundial, Carolina Marín comenzará el jueves la participación en sus segundos Juegos segura de que una medalla, y no una cualquiera (“solo firmo el oro”, dice), está a su alcance. “La rival más fuerte que tengo soy yo misma, porque más o menos las 10 mejores del mundo tenemos el mismo nivel”, asegura.

Su preparador lo ratifica: “Hemos hecho unos entrenamientos muy duros a todos los niveles y, sí, llega en el mejor momento de forma de su vida”. H