Hasta la última gota. El abanderado de España se vació en los Juegos Olímpicos que más ilusión le hacían. Desde el día, 5 de agosto, en que desfiló, orgulloso, delante de toda delegación española en la inauguración de Río 2016, hasta ayer, 14 de agosto, en que agotó todas las opciones de llevarse su segunda medalla de la cita brasileña, Rafael Nadal lo ha dado todo, hasta la última gota, para seguir haciendo historia en su deporte particular, el tenis, y en el deporte en general, encarnado por los Juegos.

Y lo ha logrado, aunque al final se ha quedado a medias por culpa de este agotamiento y esas carencias tenísticas (después de más de dos meses de ausencia de las pistas por su lesión en la muñeca izquierda) que, en su balance de final de Juegos, ha asegurado que suplió a base de “ilusión y pasión”. La misma que le hizo acudir a Río pasara lo que pasara y la misma que hace que no descarte (“aunque no sé qué pasará mañana”) su presencia en unos cuartos Juegos, Tokio 2020, que llegarían tras 18 años de carrera. “Será difícil llegar a esta cita, pero mi ilusión es seguir haciendo lo que me gusta, jugar a tenis, sobre todo si estoy sano y en condiciones de competir, que es lo que a veces me ha fallado”, aseguró Nadal, que llegó fundido al final de su maratón particular en Río, lo que quizá le ha impedido irse con dos medallas en vez de una.

sensación inolvidable // La primera, de oro, conquistada con su buen amigo Marc López en los dobles, será uno de sus recuerdos más agradables. “Es una sensación inolvidable que me quedará para el resto de mi vida haber podido ganar ese oro con uno de mis mejores amigos”. Podía haber sido mejor; podía haber añadido otro bronce a ese oro y al título olímpico de hace ocho años en Pekín en individuales. Pero en el partido por el tercer y cuarto puesto, se acabó lo que se daba. Se le acabó el gas a este tenista de bandera que tiene el deporte español y cedió el bronce al japonés Kei Nishikori después de otra batalla agotadora, hasta la última gota de energía, como siempre, que se resolvió en tres sets: 6-2, 6-7 (1-7) y 6-3 en dos horas y 49 minutos de partido.

Como sucedió el sábado en las semifinales ante el argentino Juan Martín del Potro (que necesitó más de tres horas y de tres sets con tie break en el último para doblegar el orgullo del abanderado español), Nadal lo intentó todo. Ante el tenista japonés, el manacorense, fundido, no pudo dar el máximo y el bronce no pudo ir a parar a su extensísimo historial.

Nishikori, más fresco (su semifinal del sábado ante Andy Murray apenas llegó a la hora y media), se llevó su primera medalla olímpica. El tenista manacorense, sin embargo, no se lo puso fácil, y cuando parecía que lo tenía todo perdido, con 6-2 y 5-2 abajo, protagonizó una de sus habituales reacciones, que le permitió forzar el desempate de la segunda manga y ganarlo.

Un parón de más de 10 minutos (“injustificable”, según Nadal) pedido por el japonés para ir al baño enfrió la reacción, y una rotura en el cuarto juego del tercer set le hizo mucho daño. H