Su sonrisa en el tercer escalón del podio lo decía todo, su gesto del corazón con ambas manos tras su último levantamiento de la noche también. Tras una larga lucha de cuatro años y después de superar una inoportuna lesión hace diez meses, la leonesa Lydia Valentín, de 31 años, ha conseguido sacarse la espina clavada en Londres (donde obtuvo un triste cuarto puesto tras atletas dopadas, por lo que en unos días se convertirá en un oro radiante) y, esta vez sí, subirse al podio olímpico del que se quedó a cuatro kilos en el 2012. Con un total olímpico de 257 kg, 116 en la arrancada y 141 en los dos tiempos, la de Ponferrada consiguió meterse en el bolsillo la ansiada medalla de bronce en la categoría de -75 kg.

“No es mi mejor momento de forma, hace diez meses que me lesioné y hasta hace poco no sabría si podría estar aquí”, explicó una inconformista Lydia, a quien la medalla conseguida le compensó la decepción de cuatro años antes, pero que, fiel a su espíritu competitivo, reconoció que “en condiciones normales” la plata, porque el oro fue inalcanzable, habría sido suya. “Con las marcas de hace 12 meses habría sido plata. Quizás con algunos meses más de preparación podría haber recuperado mi máximo nivel”, añadió sin restarle alegría a un momento tan esperado. H