El Pam, pam, orellut, cómo no. El Castellón, mi fiel amigo ya funciona como himno alternativo. Y, en los últimos tiempos, otro cántico más se expande por Castalia. Es el ¡Que sí, que sí, que sí, que sí, vamos a subir, vamos a subir, vamos a subir!. Los albinegros, como el año pasado en vísperas de la eliminatoria entre campeones de grupo frente al Linares, está a 180 minutos (puede que alguno más) de poner fin al mayor calvario en su ya casi centenaria historia, este periplo por Tercera División que consume su quinta temporada. El Gavà surge como última cumbre a conquistar aunque, para ello, cuenta con el empuje de un Castalia a reventar que afina su garganta para entonar ese salmo premonitorio.

Resulta insólito que el Castellón llegue, si no con el viento soplando con fuerza a favor, al menos no con un vendaval de cara. En otras circunstancias, apenas unas semanas atrás, hablar de afrontar una final como ésta con las ausencias de Castells (por tarjetas), Fonte o Tariq era dejar el terreno abonado a los cenizos. Incluso hay gente que se habría dejado impresionar más de la cuenta por los 21 encuentros sin perder (desde el 17 de enero) del Gavà. O por los 17 goles en 13 encuentros de Boris, su pichichi.

Desde la humildad, Kiko Ramírez ha convertido al Castellón en un equipo competitivo (11 encuentros sin morder el polvo) a través del sacrificio. Lo que le ha costado llegar a este escenario, ha fraguado el carácter de un grupo de jugadores que nunca se rinde. Una cualidad que también ha calado en la grada. Quedan atrás esos tiempos en los que se apelaba al nombre, la historia, la ciudad y el estadio casi como únicos argumentos a los que aferrarse. Ahora, el bagaje del entrenador y los suyos es tan amplio, que hay fe ciega en ellos aun cuando vienen o vengan mal dadas.

Esa confianza en el vestuario ha propiciado que la afición despierte con una fuerza impropia tras tantos años de sinsabores, futbolísticos pero también extradeportivos. Si Castalia no se llena, será por poco. Serán 13.000, 14.000 ó 15.000, demostrando que, como Ramírez subrayó el viernes, si el fútbol tuviera un mínimo ápice de justicia, premiaría a los orelluts con el regreso a Segunda B, esa categoría tan denostada cuando militó en ella durante más de una década y, ahora, cotiza a precio de barril de brent.

ARSENAL OFENSIVO // Después de rubricar el pase a la final sin delanteros en La Rosaleda, Ramírez ya dispone de Fabiani y Antonio. El primero será titular en un once que parece cantado, pero ya se sabe que Kiko siempre tiene una sorpresa guardada. La principal duda reside en conocer la forma en que suplirá a Castells, si adelantando a Guille Vázquez a la medular o si centra la posición de Marenyà. El técnico no puede contar con Álex Felip, pese a que ayer pasó por el entrenamiento para desear suerte a sus ex. H