El Villarreal encara hoy una recta final del 2016 destinada no solo a mantener las posiciones europeas en la Liga, sino a recuperar unas buenas sensaciones que el equipo amarillo ha ido perdiendo progresivamente a pesar de ir cumpliendo, con más o menos sufrimiento y mejor o peor juego, sus objetivos en este tramo de la temporada, en la que ya ha aparcado la Europa League hasta febrero —hoy conocerá a su rival para retomar la competición en los dieciseisavos de final— y tiene en el bolsillo su plaza en los octavos de la Copa del Rey.

Esta noche, el equipo amarillo tiene una gran oportunidad para congraciarse con su afición, más crítica que menos con las últimas actuaciones de sus jugadores, sobre todo en la Liga, con dos fiascos consecutivos, uno de resultado —la derrota ante el Deportivo Alavés en el Madrigal— y otro de imagen —el empate a nada en Leganés—. Poco a poco, el efecto Escribá ha ido perdiendo una credibilidad que urge recuperar. Sintómatico fue que la clasificación europea del pasado jueves apenas se celebrara en la grada y, en cambio, dejara cierto poso de decepción por la excesiva dificultad con la que se logró.

Esta semana marcará si el Villarreal cierra el 2016 y arranca el 2017 con optimismo renovado o si, por contra, las dudas sobre la validez del proyecto de Escribá se arrastran en un reinicio de Liga en el que esperará ni más ni menos que el Barça. El Atlético y el Sporting también serán dos finales para la autoestima.