Frocio y finocchio son dos de las palabras más despectivas que se usan en Italia para insultar a los homosexuales. No hay traducción (finocchio literalmente sería hinojo) para el castellano, aunque lo más parecido sería marica y maricón. Esos dos insultos se los soltó, el martes por la noche, Maurizio Sarri, entrenador del Nápoles (rival del Villarreal en los dieciseisavos de final de la Europa League, los días 18 y 25 de febrero, primero en El Madrigal y la vuelta en San Paolo) a Roberto Mancini, técnico del Inter, durante los cuartos de final de la Coppa de Italia, disputados en el Olímpico (los nerazzurri se clasificaron para las semifinales).

Lo desveló el propio Mancini al final del partido entrevistado por la RAI (Televisión Pública Italiana). “El cuarto árbitro señaló nueve minutos de tiempo extra y lo corrigió luego a cinco, así que me levanté y fui a pedirle explicaciones. Sarri se levantó y empezó a gritarme marica y maricón. Tiene 60 años y debería avergonzarse, es un racista; gente como él no puede estar en el fútbol”, declaró el entrenador del Inter.

LA RÉPLICA // Sarri dio, después, su versión. Primero comentó que no se acordaba lo que había dicho, que podía haberle dicho incluso democristiano (de la Democracia Cristiana), pero después pidió disculpas. Eso sí, aseguró que las cosas que se dicen en el campo tienen que quedarse dentro de él. Como si el insulto, al quedarse en el campo, fuera menos grave.

“Me equivoqué, se me escapó un término equivocado y pido disculpas a los homosexuales. También pido disculpas a Mancini, ya fui a pedírselas también al vestuario. Me dijo que era un vecchio cazzone [viejo vago] y eso también es bastante racista. ¿Homofobia? Es un poco exagerado, es un insulto como otro cualquiera. Mi historial habla por mí”, explicó con detalle Sarri. Pero resulta que no es la primera vez, por cierto, que el actual entrenador del Nápoles hace comentarios homófobos. En marzo del 2014, cuando dirigía al Empoli, se mosqueó por la expulsión de uno de sus futbolistas (roja directa por soltar un manotazo a un adversario). “El fútbol se ha convertido en un deporte de maricones. Nos han hecho el doble de faltas, pero hemos visto más amarillas nosotros que ellos. Esto es un deporte de contacto y en Italia se pita más que en Inglaterra, es una interpretación homosexual del reglamento”, se explayó entonces.

LAS CONSECUENCIAS // Sarri, líder del calcio, se enfrenta ahora a una sanción de cuatro meses --que descontaría en todas las competiciones aunque el partido fuera de Copa-- y una multa de entre 15.000 y 30.000 € por violación del artículo 11 de la FIGC (la federación italiana). La procura (fiscalía deportiva) anunciará si abre una investigación, dependiendo de lo que haya reflejado el árbitro en el acta. Mancini aseguró el mismo martes que el cuarto árbitro escuchó los insultos de Sarri, pero que no dijo nada.

El artículo 11 refleja que es sancionable “cualquier comportamiento discriminatorio que acarree una ofensa o un insulto por motivos de raza, color, religión, idioma, sexo, nacional y origen étnica”. El castigo mínimo estipulado es de cuatro meses. H