Imagínense una selección de jugadoras de fútbol sala de la provincia. Chicas de Castellón, Benicarló, Els Ibarsos, la Vall d’Alba, Benicàssim, Onda... e incluso de la Iglesuela, pero afincadas en la capital de la Plana. Pues todas ellas juntas forman el CFS Bisontes Castellón femenino, conocido como el Feme Castellón, la sección femenina del club castellonense de fútbol sala que acumula seis temporadas consecutivas en la élite, en la Segunda División A... que el año próximo serán siete.

La parte femenina del Bisontes —el club lo preside Joaquín Sánchez Amorós— está presidida por Iñaki Gómez Lucio, que fue en su día portero de élite en el Povet.com Benicarló, y que a su vez es entrenador adjunto, junto al míster, Pepe Luque.

Entre ellos dos, las chicas y el incombustible Juan Carlos Moreno, hombre para todo en el club, el Feme está consiguiendo superarse año tras años. No en vano, se las ven y se las desean para cubrir los 30.000 euros de presupuesto en un equipo donde las chicas pagan por jugar.

Enorme sacrificio

El sacrificio es enorme: cambios de turnos laborales, tres días entre semana de entrenamiento y perder casi todo el fin de semana con viajes a Lleida, Barcelona, Alicante, Canarias y el único cercano es la visita a Torrent. «Tiene un mérito enorme lo que hacen estas chicas, que encima pagan una cuota para poder jugar y se enfrentan a clubs la mayoría semiprofesionales», explica Iñaki, quien reconoce que están «agradecidos al apoyo de Diputación, Ayuntamiento y empresas como Novo», pero con eso no les «llega y por eso las chicas aportan su granito de arena», resalta.

Estar en Segunda División era algo inimaginable hace una década, y ya va para siete años. «Es todo un reto jugar en Segunda, puesto que nos enfrentamos a clubs con solera en la categoría y con presupuestos infinitamente superiores al nuestro», indica la capitana, Lidia Suñol.

«Para nosotras es una motivación poder superarnos cada temporada», insiste, añadiendo: «La verdad es que es un sacrificio, puesto que los viajes son largos, más los entrenamientos... pero cuando algo te gusta tanto no se hace pesado, aunque cueste». «Al final lo vemos como un trabajo no remunerado», reconoce.

El secreto no es otro que el ambiente. «Somos como una familia y todos los y las que estamos en el club es por vocación y compromiso. Así da gusto», destaca Lidia.

La segunda capitana es Elizabeth Lahuerta, Zile, que tiene que hacer encaje de bolillos para poder jugar: «Es complicado poder compaginarlo. Trabajo en un comercio y debo trabajar sí o sí los sábados... y ello te obliga a estar siempre cambiando turnos, pidiendo días libres o calculando la distancia de la ciudad rival para poder a llegar».

«La suerte es que la gente del club se implica, como Iñaki, que se espera, no viaja con el resto de la expedición, y me lleva tras terminar el trabajo. Mis compañeros de profesión me cambian turnos y los jefes ponen de su parte, así puedo jugar», enfatiza Zile que, pese a ello, se siente afortunada: «No es fácil, vamos de prisa, comiendo en el coche... pero es mi pasión. Me encanta jugar y tengo el privilegio de hacerlo en Segunda».