Tremenda victoria de Jorge Lorenzo en Mugello, en Italia, en la casa de Ducati, ante las aficiones de Valentino Rossi, ante las gentes de Andrea Dovizioso. Y fue él, el tricampeón mallorquín que había ganado antes allí, en Italia, hasta seis veces, quien provocó la fiesta de la hinchada de la fábrica roja. Lorenzo, que no ganaba desde el Gran Premio de Valencia, en noviembre del 2016, que se pasó todo el año 2017 sufriendo sin conseguir hacerse con los mandos de la maltratadora Desmosedici, logró una victoria impresionante, su primer triunfo con Ducati, recordando los de Dovi y los del australiano Casey Stoner, que estaba en el box rojo.

La carrera, que tuvo peleas preciosas entre varios pilotos italianos como Valentino Rossi (Yamaha), Danilo Petrucci (Ducati), un soberbio Alex Rins (Suzuki) y Andrea Iannone (Suzuki), tuvo como protagonista negativo al líder del Mundial y tetracampeón del mundo, Marc Márquez (Honda), que, tras una salida brutal, llegó segundo a la primera curva, a San Donato, empujó a Petrux en la cuarta curva y, cuando era cómodamente segundo tras el portentoso Lorenzo, se cayó en la curva de la Arrabiata 2, la misma en la que se fue al suelo en los test de hace algunas semanas.

Se acostó sobre el asfalto, hizo palanca con el brazo, el codo, la rodilla y el culo, pero esta vez no logró levantar la moto, no.

COLOR ROJO // Ese aterrizaje, que no supuso su abandono (cosa que sí ocurrió, por última vez en carrera, en Le Mans 2017) pues el nen de Cervera siguió corriendo, cruzando la meta en 16ª posición, marcó la carrera, pues permitió que un soberbio Lorenzo se escapase, perseguido por su compañero Dovi, que debió de conformarse con la segunda plaza, pues, al final, la diferencia del tricampeón mallorquín, del hombre del martillo, fue de más de seis segundos. Eso sí, gran doblete de Ducati, uno de cuyos jefes, Claudio Domenicali dijo, en Le Mans, que Jorge era «un gran piloto, que no se había adaptado» a su moto y, de inmediato, Lorenzo le respondió: «Perdón, no soy un gran piloto, soy más que eso, soy un tricampeón del mundo».

Y, sí, el tricampeón que ganó su gran premio nº 66, su victoria 45 en MotoGP, y le costó 24 carreras vencer con la Ducati (Dovi tardó 70). «Lorenzo nunca miente. Dije que ganaría con esta moto y he ganado. Es el día más feliz de mi vida. Si los ingenieros de Ducati me hubiesen hecho caso antes, tal vez la historia hubiese cambiado y ahora podría decir que seguiré el año que viene en el equipo», indicó el español.

Sonó a despedida, pues Lorenzo da por seguro que al año que viene abandonará Ducati y volverá a Yamaha, con una moto oficial como la de Valentino Rossi y Maverick Viñales, pero en un equipo satélite, en sus dos últimas temporadas en activo.