Demasiado consciente de sus problemas defensivos y del innegable descaro del Atalanta, el Valencia se dejó dominar por el huracán italiano en San Siro durante cerca de una hora y recibió cuatro golazos como castigo. Cuando la eliminación era un hecho, un tanto de Cheryshev le deja a los de Celades una mínima esperanza para la vuelta.

El arranque confirmó el miedo a que el desborde ofensivo del Atalanta se llevara por delante una defensa valencianista cogida con pinzas por las bajas de Garay y Paulista. Hateboer se coló por la espalda de Gayà e inauguró el marcador. El Valencia reaccionó apoyado por Ferran Torres, pero con el descanso asomando Ilicic recibió en la frontal del área. Soler le apretó poco, Mangala nada y su trallazo fue el segundo gol.

Consciente de la necesidad de marcar, el Valencia regresó dispuesto atacar. Pese a la ventaja, el Atalanta pensó lo mismo y el choque se convirtió en un precioso intercambio de oportunidades en el que Papu Gómez ya parecía Messi. Pudo marcar Soler en un centro de Ferran pero quien lo hizo fue Freuler, otra vez desde la frontal del área, otra vez poco agobiado y otra vez con un golazo. Andaba aún el equipo de Celades rumiando esa jugada cuando Hateboer protagonizó una salvaje arrancada por la derecha que acabó con otro misil y un cuarto gol. El VAR entendió que el fuera de juego de Ilicic en el inicio de la jugada no influyó.

Todo parecía perdido y el técnico catalán aprovechó el parón por el tanto para introducir a Cheryshev, que aprovechó otra mala salida, ahora de Palomino, para marcar desde fuera del área. De repente el Valencia cayó en la cuenta que su rival es tan buen atacante como mal defensor y se lanzó a por el segundo. Lo tuvo Maxi y volvió a fallar. Y ahora sólo le va a salvar un milagro.