La Vuelta a España es una carrera que corren 176 ciclistas en la que siempre gana Alejandro Valverde. Es su carrera. Ni el Tour, ni el Giro, ni gaita alguna. Él ha nacido, ha crecido y se ha hecho una de las grandes estrellas de este deporte gracias a la ronda española. Aquí le funciona la cabeza. Aquí vive en su paraíso. Aquí gana. Aquí se divierte y aquí organiza un espectáculo soberbio sobre la bici, prácticamente cada día. Y hasta, como ayer en Almadén (Ciudad Real), meta de la novena etapa, vence por accidente.

Lleva 15 años soñando con el Tour. Incluso ha desafiado a las voces que le han recomendado que se centrara en otras carreras. «Pero yo me preparo, entreno en altitud, lo hago todo para el Tour, sacrifico todo el año para esa carrera. Debe de ser la cabeza, no lo sé, pero luego llego a la Vuelta y voy mejor de piernas, de vatios, de todo...». ¿Y qué ha hecho entre el Tour y la Vuelta? Nada, sencillamente irse a la playa, en Eivissa y en Alicante, entrenar un poquito y descansar. Nada del otro mundo. Nada que demuestre que, día a día, sigue asombrando a todos, sin excepción, para batir en un esprint en cuesta, en una maravillosa llegada, a Peter Sagan, en apenas cuatro pedaladas, para dejar estupefacto al tricampeón del mundo. Para provocar que mire hacia atrás. ¿Es que viene alguien más detrás de Valverde? ¿De dónde ha salido? ¿Por dónde me ha atacado?

Quedan ocho kilómetros para Almadén, pueblo que vivió de las minas de mercurio. Hace un calor endemoniado, más de 42 grados. Equipos que emplean hasta 50 kilos de hielo para enfriar los bidones de sus corredores. «Alejandro: esta llegada es buenísima para tí». Lo escucha Valverde por el pinganillo. Aprieta el botón del pecho para hablar por el micrófono: «Qué no, Arri, que hoy no la disputo». Arri es José Luis Arrieta, el director del Movistar, el que vuelve a insistir: «Pégate a la rueda del que te ganó ayer».

Valverde no las tiene todas consigo. Que hoy llega la etapa que termina en la Covatilla, con 4.000 metros de desnivel positivo. Por si las moscas, se sitúa detrás de Sagan. Pasan los kilómetros y Valverde ya se ve a menos de mil metros de la meta. Sagan se va hacia adelante. Lo marca. Empieza a empinarse el terreno. Ve que Sagan acelera. Se va a la derecha y frena para no tropezar con las vallas. Pero tiene tiempo para dar cuatro pedaladas más y anotarse un triunfo magnífico.