El Espanyol se desplazó a La Cerámica con más de tres mil aficionados periquitos que se trajeron sobre ruedas el estadio de Cornellà a Vila-real. Parecía que el día frío, lluvioso y tormentoso que vació las gradas de seguidores amarillos estaba destinado a ser una fiesta perica... y lo acabó siendo, aunque el Villarreal contrajo más méritos de los que demuestra ese 1-2 después de una buena segunda parte, en la que le devolvió al Espanyol el baño que estos le dieron en una primera parte de mayor monólogo visitante.

El Submarino rompió su buena racha más por méritos del rival que por deméritos propios, aunque la falta de gol de los de Calleja, acrecentada por la baja de Gerard Moreno y la situación de Ekambi, que dejaron al técnico con muy poca capacidad de maniobra para armar una reacción tras el 0-2 del minuto 46. A pesar de ello, los amarillos generaron ocasiones y peligro hasta para voltear los dos goles del equipo catalán, pero se estrellaron en los postes y en la desatinada tarde de Carlos Bacca, con más actitud que aptitud. El Villarreal debe buscar gol en el mercado de invierno a la vez que replantearse la titularidad de algunos futbolistas y dar oportunidades a otros como Javi Ontiveros.

El gran problema del Villarreal fue el Espanyol que saltó al campo, con una intensidad máxima, una presión agobiante que desarmó el inició del juego creativo de los amarillos en su primera línea y proyectando su dominio, ganando cada pulso que se producía en cada palmo del campo.

GOL TEMPRANERO / Encima, a los cinco minutos los de Abelardo empezaron a escribir un guion de partido soñado, con un gol de cabeza entrando desde atrás y rematando a placer en el segundo palo. No era fuera de juego, aunque pudiera parecerlo.

Calleja había apostado por el regreso de Cazorla en detrimento de Moi Gómez, conservando esa línea de tres mediocentros con Anguissa, Trigueros e Iborra que tan buen resultado le ha venido dando. Su gran problema estribaba en ataque, donde las baja de Gerard y Ekambi dejaban al Villarreal muy limitado de efectivos, también por la baja de Morlanes y la situación de transferible de Cáseres, que obligaron a convocar a jugadores de la cantera como Fernando Niño y Pacheco.

El Espanyol había salido en tromba y aún dispuso del 0-2 en una buena ocasión del recién llegado Raúl de Tomás, muy activo e incordiante, y que puso en aprietos al tándem Albiol-Pau. La amenaza del segundo estaba más próxima que la esperanza del empate. Incluso el VAR revisó unas posible manos del central vila-realense, desestimadas por involuntariedad en la acción.

El Villarreal tardó 20 minutos en entrar en el partido. Hasta entonces el choque había sido como una conferencia con los jugadores pericos como únicos interlocutores. La tímida reacción del Submarino se plasmó en una bien ejecutada jugada de estrategia con Cazorla, Chukwueze y Trigueros como elaboradores, pero el tiro del talaverano se fue a las nubes, como todos y cada uno de los remates de los amarillos, con la puntería desajustada.

SIN IDEAS / El descenso del ritmo y la intensidad del Espanyol posibilitó que el Submarino asumiera un poco de protagonismo y empezara a enseñar tímidamente las garras, pero muy falto de malicia en los metros finales. Al Villarreal le faltó profundidad y más neuronas en la medular.

La segunda parte comenzó igual de mal que la primera para los de Calleja. Apenas había transcurrido minuto y medio, cuando una jugada personal de Calleri por la banda derecha concluyó con un remate a bocajarro de Raúl de Tomás que ponía la remontada más difícil todavía.

El técnico amarillo echaba la vista al banquillo y encontraba pocos recursos para inyectar más poder ofensivo y verticalidad. Tuvo que recurrir a Moi Gómez, quien sustituyó a Anguissa. Precisamente fue el de Rosales el catalizador de la acción, que después de la revisión del VAR concluyó en la señalización de un penalti por manos de Javi López que transformó magistralmente Cazorla. El 1-2 era como poner en marcha la calefacción en el polo norte de La Cerámica, congelado por la baja temperatura y por la superioridad del Espanyol.

Restaba media hora y el Villarreal entraba, esta vez de verdad, en el partido. Cazorla se puso en el papel de Cazorla y los amarillos empezaron a prodigarse por las bandas, especialmente por el carril de Alberto Moreno. Incluso Calleja buscó más profundidad dando entrada a Rubén Peña por Mario. El gran recurso que le quedaba al técnico era encontrar más verticalidad con un lateral. Y sí, el Submarino empezó a enseñarle las uñas al Espanyol y a buscar el empate, pero ayer Bacca mostró más voluntad que recursos y el peligro se diluía como un azucarillo en el café caliente.

Tampoco la suerte estuvo del lado del Villarreal, tan desatinado en la definición como desafortunado con los postes. Cazorla estrelló un balón en el palo de la portería de Diego López, cuyo destino era la red pero no era el día de los amarillos. Ontiveros ejerció de revulsivo y volvió a reinvidicarse en un par de jugadas en las que el marbellí demostró que posee talento y desborde. Una de ellas acabó con un zambombazo al travesaño que mereció mejor premio, poco antes de que Bacca, solo, desperdiciara una ocasión de oro para empatar.

El Espanyol logró el triunfo de la fe, ilusión y el hambre por salir de la delicada situación en que se encuentra. El Villarreal volvió a pinchar con los rivales de la parte baja después de una buena racha de resultados. Mereció más que la derrota porque en la segunda parte tuvo ocasiones para dar, incluso, la vuelta al marcador, pero sin Gerard Moreno su potencia ofensivo desciende muchísimo y ayer tampoco estaba Ekambi como recambio.