Las empresas citrícolas han tenido que lidiar con una bajada de producción que a buen seguro tendrá consecuencias. No obstante, si por algo pueden salvarse las exportaciones es porque la merma no ha afectado solo al campo de Castellón, sino a la gran mayoría de los países productores.

En septiembre, un mes en el que la campaña apenas ha arrancado en la provincia pero que suele ofrecer pistas de lo que ocurrirá durante la temporada, las exportaciones crecieron un 16% con respecto a los mismos datos del ejercicio anterior. Una buena noticia para un sector cuyas empresas han tenido problemas en las últimas semanas para abastecer a sus clientes españoles y europeos. Para hacerlo han tenido que rifarse las producciones de los agricultores, lo que ha elevado mucho los precios, beneficiando al productor pero reduciendo el margen de las compañías.

Esos problemas de abastecimiento hacen que la campaña de la clemenules, variedad estrella en la provincia, se dé ya casi por terminada, cuando habitualmente se alarga hasta principios de año.

Otra de las dificultades a las que tendrá que hacer frente el sector citrícola para seguir siendo competitivo en el exterior son los aranceles, en particular los de Estados Unidos. Esta temporada, los envíos al otro lado del Atlántico se han bloqueado completamente, ya que a las firmas no les sale rentable exportar si tienen que asumir tasas del 25% que se suman al coste logístico.

Ahora se abre un periodo de varios meses en los que la naranja podrá hacer lobi en Bruselas, que debe presionar en los organismos internacionales y frente a la Administración que lidera Donald Trump para poner fin a esos aranceles que nada tienen que ver con las políticas agrícolas.