En la no muy grande bahía que forma el mar en nuestra zona, entre la Torre de San Vicente y el hotel Voramar, o si se quiere hasta la torre Colomera, quien viene por primera vez encuentra atenciones y servicios que le complacen. Tenemos cinco banderas azules en nuestro litoral y eso es por algo. Pero un nuevo visitante, que a pesar de todo, sabía quién era yo --yo no lo sé del todo-- me decía que le gustaba el hecho de contar con seis restaurantes en pleno paseo marítimo, y en el centro de la bahía. Es decir, en la Almadraba tenía acceso a la biblioteca del mar y un muy grande cartel anunciador, acristalado, de todos y cada de los actos festivos, culturales, sociales, que cada día se celebran en Benicàssim. También se encuentra con nosotros esa entrañable pareja de masajistas que en sus toldos frente a Jota’s o ya en la playa del Voramar, ofrecen el servicio de un masaje reparador, tan necesario para algunas personas cada temporada del año.

Este verano ha nacido una acción espectacular en el espacio conocido como playa accesible. Se trata de tres columnas dentro del agua, que se han titulado como Sombra en el mar, con techo de lona y 24 sillones azules para el gozo de cualquier veraneante.

Y también un lugar de información, vamos, que ayuda a no perderse. Una maravilla. Y es que un mostrador a la sombra, a mano sobre el paseo marítimo, acoge cada día y a todas horas una azafata contratada al parecer para dar satisfacción informativa a quien la ha de menester. Yo me acerco, seguramente con cara de curiosidad…

--Usted es el del periódico, ¿verdad?

--¿Cómo?

--Lo digo porque usted me está preguntando curiosidades sobre las villas. Y desde que usted habla de ello, hay también mucha gente que me pregunta cuando se acerca.

Otra azafata, muy diligente, se acercó a continuación para aportarme unos datos que le había pedido hace unos días.

--Mire, puede tomar nota si quiere. Coincidiendo con el comienzo del siglo XX, el núcleo urbano de Benicàssim contaba con 224 edificios y un total de 978 habitaciones, mientras que en el Desert de les Palmes había 21 edificios y albergues, con 48 habitaciones. Y lo que entonces era el caserío marítimo, es decir, Las Villas, tenía hace cien años 56 edificios con 92 habitantes permanentes, al tiempo que, por todo el término municipal, se podían encontrar 102 caseríos y edificios diseminados, que albergaban a 184 habitantes.

No estoy seguro de ello, pero todos los datos que me facilitaban me tenían un poco aturdido, mientras el mar era una explosión de bañistas y mi mente no dejaba de pensar. Me encontraba solo y Lorenzo ese día estaba en Borriol, donde tiene casa y jardín.

--Ah, oiga --llegó una nueva azafata--. Sí que podemos decirle que el primer cultivador en Benicàssim de la uva moscatel era un tal Antonio García Sangüesa, a finales del siglo XIX.

--Muy bien, me tomo nota.

--Y que el 13 de octubre de 1896 se produjo la primera exportación a Francia del famoso Licor Carmelitano.

Yo seguía tomando notas y más notas... mientras en la orilla del mar, los veraneantes buscaban el humo de los barcos. H