Los populares llegan a las urnas ocupando el último puesto en la carrera electoral, posición que no han conseguido remontar pese al desembarco de la plana mayor del partido en Cataluña. Si perdieran el grupo parlamentario, eso se traduciría en una reprobación a la aplicación del 155 por parte del Gobierno. El candidato, Xavier García Albiol, censuró, al cruzar el ecuador de la campaña, que sería un «auténtico descrédito» quedar por detrás de la CUP en el hemiciclo catalán, porque eso daría «autoridad moral a los independentistas» y evidenciaría una falta de apoyos al Ejecutivo central, algo que «no se pueden permitir». La retórica de los conservadores no ha mutado. Pocos dardos han lanzado a los de su bloque, conocedores de que su única forma de llegar al Govern es aliándose con los naranjas y los socialistas.